viernes, 1 de marzo de 2024

(Escalada (y 3)

Unos 10 años después, mi hija pequeña y yo hicimos otra escalada aunque no tan vertical como aquella. Fue en el peñón de Ifach, en Calpe (Alicante), aunque no por ninguna de sus paredes verticales sino por la ruta habitual de los montañeros. Eso sí, una vez que se atraviesa el túnel que deja atrás el paseo tranquilo de subida y te deja a solas con la montaña, te encontrabas con unas cuerdas sujetas a la pared ya que sin agarrarte a ellas mientras haces palanca con los pies sobre la pared diagonal, no era posible seguir adelante. Así lo hicimos los dos, y tanto gusto nos dio aquello que una vez atravesamos tan difícil zona nos dijimos: “Vamos para atrás para hacerlo otra vez y nos hacemos fotos”. Y así lo hicimos, primero ella y luego yo, mientras el otro le hacía las correspondientes fotografías en tan difícil tesitura, propia de consumados escaladores.
 
Después continuamos con la ascensión que ya no presentaba tanto riesgo aunque sí dificultad y aunque no llegamos a la cumbre, sí que nos dejó exhaustos y contentos por la experiencia vivida y por lo que íbamos a fardar enseñando después aquellas fotos agarrados a unas cuerdas sobre una pared diagonal divisándose muy abajo y a lo lejos el mar y la playa de Calpe. ¡Hay que ver lo agradecido que es el arte de la fotografía!
 
Hoy día, los alpinistas realizan grandes proezas, pero van equipados con calzado especial, ropa ajustada, cuerdas, arneses, piolets, etc... y es que así cualquiera; lo que tiene verdaderamente mérito es escalar (aunque sólo sea un par de metros) vestido y calzado con ropa de paseo.
 

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