Tal como corresponde a cualquier varón español, mi
afición por el fútbol nació casi al mismo tiempo que yo. Como cualquier niño
tenía ese instinto básico de dar patadas a todo lo que rodase por el suelo,
desde una piedra a una caja de cartón, y no digamos nada si se trataba de algo
redondo y mucho más si era una pelota. Sin embargo no había antecedentes en mi
familia. A mi padre no le gustaba el fútbol y a mi abuelo (vivíamos en su casa
del pueblo) sólo le vi dar una patada una vez en la vida, y esa patada la dio
de forma involuntaria cuando caminaba por el pasillo de la casa y tropezó con
mi tortuga, la cual salió disparada recorriendo los casi 50 metros de pasillo
en tan sólo cuatro segundos (nuevo record del mundo) mientras mi abuelo
sobresaltado gritaba “¡carajo!”.
Los domingos escuchaba el Carrousel deportivo y seguía
las incidencias de los partidos mientras jugaba al fútbol con las chapas. Me
gustaban las camisetas originales, como la del Elche, que era uno de mis
equipos favoritos, aunque pronto empecé a sentirme Atlético por esa afinidad
que he tenido siempre hacia los perdedores, los sencillos, los humildes... pero
mis preferencias futbolísticas no vienen ahora al caso, porque de lo que se
trata en este capítulo es de mi carrera como futbolista.
Si escribes “Vicente Fisac” en Amazon, podrás ver todos los libros que he escrito.
Si escribes “Vicente Fisac” en Amazon, podrás ver todos los libros que he escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario