En España, he practicado el Trekking o Excursionismo en
numerosos lugares como, por ejemplo, la sierra de Gredos (Ávila), o a la Laguna
Negra (Soria) o al cañón de Río Lobos (Burgos/Soria). De igual forma, y en
contraste con esos paisajes, me ha apasionado el vulcanismo.
Hace varias décadas, cuando no había tanta vigilancia en
el pico del Teide como ahora, dejé a mi mujer esperando justo donde terminaba
el teleférico que lleva cerca de la cumbre y continué a pie la ascensión para
luego introducirme dentro del cráter. Allí pude notar ese agudo olor a azufre
que te hace dudar si el Teide está durmiendo o tan solo es una simple cabezada
la que se está echando. Allí, en el fondo del cráter, te sientes insignificante
frente a la majestuosidad de la Naturaleza. Unos años después que el Teneguía
entrase en erupción en la isla de La Palma (es el último volcán que ha entrado
en erupción en nuestro país: año 1971) visité la isla y realicé a mi aire una
excursión hacia el mismo, ya que el coche no se podía dejar demasiado cerca.
Atravesé los campos de lava, llegué hasta el volcán... y me introduje en su
cráter. Allí descubrí algunas grietas en donde al introducir la mano notabas el intenso calor que aún
sigue brotando de su interior. Y digo “sigue brotando” porque hace apenas unos
años regresé a este lugar y realicé, igualmente a mi aire, una nueva excursión.
Las cosas han cambiado y ahora está señalizada toda la llanura, con hileras de
piedras a ambos lados de los caminos por donde deben caminar los turistas.
La atracción de lo prohibido fue tan grande que ya cerca
del cráter abandoné esos caminos y descendí de nuevo a su interior para
comprobar si seguía vivo, y sí que seguía, tanto que no podías meter mucho la
mano en algunas grietas porque el calor que subía por ellas te hacía retirarla
de inmediato. También subí a lo alto y bordeé su cresta (439 metros de altitud)
y me quedé extasiado contemplado aquel bello e inhóspito paisaje.
Aparte de esto, las experiencias más reseñables de la
práctica de este deporte se dieron –y se siguen dando en la actualidad- en la
sierra de Madrid, con ascensiones a la laguna de Peñalara (2.017 metros), al
pico de Peñalara (2.428 metros), a la Bola del Mundo (2.265), al pico de La
Maliciosa (2.227) y otros cuantos más que, por esa zona, todos oscilan entre
los 1.800 y los 2.200 metros.
Como experiencias más reseñables puedo destacar que en
algunas de estas ocasiones hice la excursión acompañado de mi perro... pero es
que esto tiene mucho mérito porque mi perro es un Westin, que como se sabe es
un perro faldero de patitas muy cortas. Ahora ya no me acompaña porque ya tiene
unos cuantos años, pero al principio me lo llevaba y el tío aguantaba bien la
ascensión... hasta que un día, en pleno invierno, dijo en su idioma perruno
“basta” y que de allí no se movía. Tuve que meterlo en la mochila y bajar con
él a cuestas. Claro que siempre pensé que aquello no era cansancio sino
caradura, porque a mitad de bajada me crucé con otro excursionista que subía
con un perro y tan pronto lo vio pegó un salto desde la mochila hasta el suelo
para olerlo (ya se sabe la afición que tienen los perros a eso de olerse el
culo unos a otros).
Aquél fue el primer aviso. Poco después fui con él a la
laguna de Peñalara, en pleno invierno y con más de medio metro de nieve, y al
volver paré en la venta de Marcelino para comer un bocadillo caliente de
chorizo... pero tuve que comerlo muy deprisa porque al pobre Kimi (así se llama
mi perro) le temblaban las canillas de lo mojado que estaba y del frío que
tenía. Desde entonces es más perro de parque que de campo, y ya sólo mis
bastones son los que me acompañan en mis excursiones por la Naturaleza libre.
Decía al principio que el Excursionismo o Trekking
consiste en recorrer montañas, bosques, costas, desiertos, selvas, etc., por
lugares aislados y sin ningún tipo de camino. Hemos visto hasta aquí que he
recorrido montañas, bosques, costas, desiertos... pero ¿y selvas? Pues también,
porque en 1984 viajé a Argentina visitando Buenos Aires y las cataratas de
Iguazú. Allí dispuse de tiempo libre para moverme a mi antojo y experimenté qué
es eso de meterse solo por la selva amazónica. No me alejé mucho, por si acaso,
pero puedo afirmar por consiguiente que también me he internado en una selva, y
no en una cualquiera, sino en la selva del Amazonas.
Las increíbles (pero ciertas) anécdotas en la vida de un Director de Comunicación…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg
Las increíbles (pero ciertas) anécdotas en la vida de un Director de Comunicación…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg
No hay comentarios:
Publicar un comentario