No está muy claro si la Espeleología cabe considerarla un
deporte o no, aunque muchos así la consideran. Su objetivo (y por eso tiene
mucho de ciencia) es la exploración y estudio de las cavidades subterráneas, lo
cual exige una buena forma física y el desarrollo muscular durante su práctica,
de ahí considerarla también un deporte. Dicen los entendidos que, en este caso,
no debería llamarse Espeleología sino Espeleísmo, pero como este segundo
término no lo he escuchado nunca, lo cito aquí sólo a título de curiosidad.
La aventura, la exploración... son cosas que siempre me
han atraído desde la infancia. Eso de descubrir nuevos caminos, de entrar en
lugares desconocidos, te hace liberar adrenalina porque además lo desconocido
siempre entraña un riesgo. Claro que hablando propiamente de Espeleología, eso
de meterse en cuevas y galerías subterráneas naturales, es lo que hacen los
turistas que visitan de forma guiada muchas de las preciosas cuevas que hay en
España y no puede considerarse como deporte. Citaré, no obstante, algunas de
las cuevas que he visitado como las del Drach y Artá (Mallorca), El Águila
(Arenas de San Pedro, Ávila), Nerja (Málaga)... e incluso eso que de no haberlo
hecho en visita guiada se hubiera llamado “Vulcanoespeleología” cuando visité los
tubos subterráneos dejados por la lava en la isla de Lanzarote... o la visita a
las grutas excavadas por los ríos subterráneos como las de Tummelbach Falls
(Lauterbrunnen, Suiza).
En fin, es una pena que como todo lo anterior no vale
como “deporte” sólo puedo referirme en este capítulo a una experiencia de
Espeleología, la cual tuvo lugar hace años en el cañón de Río Lobos (entre
Burgos y Soria) cuando divisé una gran oquedad en la roca. Me acerqué y vi que
se trataba de una cueva. Como es natural sentí el deseo de explorarla y me
adentré en ella. Avancé bastantes metros, mientras la luz se iba perdiendo y la
oscuridad ganaba terreno. Iba a pelo, sin casco, sin cuerdas, sin linterna...
sólo con mis botas y una mínima equipación adecuada para practicar el
Excursionismo. El silencio era absoluto y la oscuridad ya se había adueñado de
casi todo el entorno. Entonces, de improviso, se escuchó un revolotear y vi
cómo una especie de nube negra y cambiante se acercaba a mí, me pasaba por
encima de la cabeza y por ambos lados de mi cuerpo y salía finalmente por la
entrada de la cueva. Me giré de inmediato tratando de esquivar aquello que se
me venía encima y que no sabía lo que era, mientras el corazón aceleraba sus
latidos. Al dirigir la mirada hacia la entrada de la cueva, por donde aún se
divisaba la luz, pude ver de qué se trataba: una enorme bandada de murciélagos
se había asustado con mi presencia y salía huyendo de la cueva. Una vez
recuperado del susto, di por finalizada aquella breve experiencia en el deporte
de la Espeleología, deshice el camino andado y la luz volvió a bañarme
retornando todo a la normalidad, pero aquél susto aún está perceptible en mi
memoria.
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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