jueves, 21 de marzo de 2024

Fútbol (jugador) (y 8)

Y ya para terminar este capítulo quiero compartir con vosotros una experiencia tal cual la relaté en un escrito de hace varios años; porque ser un deportista famoso lleva implícito el peso de la fama, la constante persecución de los fans en cualquier sitio y circunstancia. Por lo que habéis leído hasta ahora yo no llegué a ser un futbolista famoso y sin embargo un día sí que experimenté lo que se siente al ser una estrella de fútbol. El relato de aquél acontecimiento, titulado “El día que fui aclamado”, decía así:
 
“Era un viaje más, uno de los muchos que hacía a Vigo para desplazarme hasta la fábrica de nuestra compañía en O Porriño. Como siempre, cogía el primer avión de la mañana y ni siquiera el café podía espabilarme demasiado. Entré de los primeros en el avión y tomé asiento en la primera fila. Tan pronto me acomodé, cogí el periódico y me enfrasqué en su lectura. Esto me ayudó a coger el sueño y nada más despegar quedé profundamente dormido.
El aviso de la azafata indicando que nos abrochásemos los cinturones ya que íbamos a tomar tierra, me despertó de mi reparador sueño. Ese descanso adicional me había venido muy bien para afrontar aquél día de trabajo. Había organizado una rueda de prensa para las 11 de la mañana y confiaba en que acudiesen a la misma muchos periodistas, no en vano había contactado con los responsables de la información sanitaria de todos los medios de comunicación de Galicia. Lo que no podía imaginarme era el recibimiento que me esperaba.
Cuando bajé del avión, me sorprendió una muchedumbre (principalmente chicas jóvenes, aunque también había chicos e incluso algunas personas mayores) que nada más verme salir del avión comenzaron a gritar de forma histérica. Ni en el más remoto de mis sueños hubiera podido imaginar un recibimiento así, tal entusiasmo por ver mi llegada, todos esos brazos agitándose y saludándome, e incluso algunas lágrimas de histeria y emoción brotando de los ojos de aquellas chicas tan bellas... Me sentí como el Country Communication Manager más afortunado del planeta al comprobar el entusiasmo y admiración que causaba en aquella multitud de chicas jóvenes a las que a duras penas podía contener la policía para que no derribasen las vallas que protegían el pasillo por el cual avanzaba.
Sin embargo, una vez había dado unos cuantos pasos, pude comprobar con decepción que sus gritos y miradas no seguían mi recorrido, sino que continuaban mirando detrás de mí. Entonces me di la vuelta y pude ver que quienes avanzaban justo detrás de mí eran los jugadores de la selección española de fútbol. Resulta que iban a jugar un partido en Vigo al día siguiente y yo no había caído en ese detalle, como tampoco me había dado cuenta (enfrascado como estaba en la lectura del periódico y mi sueño matutino) que junto a mi asiento iban pasando uno tras otro todos los jugadores de la selección española.
En fin, por lo menos, la sensación de ser un gran ídolo de masas no me la quita nadie y permanecerá para siempre en el recuerdo, como también –todo hay que decirlo- el éxito de aquella rueda de prensa que organicé”.
 

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