domingo, 10 de marzo de 2024

Excursionismo o Trekking (2)

Después del relato anterior, vamos a dar un pequeño salto en el tiempo y vamos a narrar otra experiencia de excursionismo o trekking, incluyendo en este caso la acampada. Esta historia la he rescatado de un relato más amplio que escribí hace tiempo y dice así:
 
“Una vez organizamos mi amigo Pedro Fuentes y yo una Excursión en pleno invierno a San Rafael. Todo estaba nevado. Conocíamos un sitio, en la cima de una montaña, en donde había una casa de pastores abandonada, en la cual podríamos guarecernos de las inclemencias del tiempo y hacer fogatas confortables en su interior. Además, ese lugar ofrecía la ventaja de tener un pequeño arroyo de aguas cristalinas en donde podíamos beber y lavarnos. Sin embargo, la dificultad de la nieve (gran cantidad de nieve en polvo recién caída) nos entorpeció tanto el ascenso que se nos hizo de noche antes de poder alcanzar la cima. No tuvimos más remedio que acampar en la ladera, en mitad del ascenso; pero, claro, era una ladera y el suelo estaba inclinado: mal sitio para montar una tienda de campaña. Venía con nosotros otro amigo y entre los tres levantamos unos pequeños muros de nieve para que la tienda no se fuese cuesta abajo y después de muchos esfuerzos conseguimos anclarla debidamente... pero en pendiente. Aquella fue una de las peores noches de mi vida. Además del frío reinante, una vez tumbados para intentar dormir notabas cómo te ibas resbalando poco a poco hacia los pies de la tienda; entonces tenías que trepar hacia la cabecera, intentar dormir algo y... otra vez a resbalarse y a empezar de nuevo.
A la mañana siguiente, sin agua para poder calentarnos un Nescafé, tuvimos que derretir nieve en un cazo para poder beber y tomar nuestro desayuno. Cuando por fin llegamos a la cima, al lugar que teníamos pensado desde el principio, instalamos la tienda debajo del saliente del tejado de aquella casa e hicimos una hoguera en su interior que mantuvimos viva todo el tiempo. Sin embargo fue tanto el frío que pasamos que, en vez de los cinco días que pensábamos estar, decidimos regresar al tercer día. Como la comida que habíamos llevado era para una estancia de cinco días y no queríamos volver cargados con todas esas latas, decidimos dar buena cuenta de todos los alimentos que habíamos llevado. Esa última mañana desayunamos lentejas, salchichas, carne estofada, etc. Y ya durante el descenso y el viaje de regreso en tren nos fuimos calentando con una botella de coñac. Esa vez yo supe parar a tiempo, pero no así Pedro y el otro amigo, que cogieron una melopea de mucho cuidado”.
 
También por esa época y al mismo lugar citado hicimos otras excursiones pernoctando en tienda de campaña, unas veces tres amigos otras veces hasta seis. No hay, sin embargo, anécdotas especiales que reseñar, salvo detalles como escuchar el aullido de los lobos por la noche y al amanecer descubrir sus huellas en la nieve junto a la casa medio derruida y la tienda de campaña, por donde sin duda habían estado husmeando y buscando restos de comida. O mi afición por recoger leña para que la hoguera estuviese permanentemente encendida. O el frío que pasábamos por la noche porque en las décadas de los sesenta y los setenta sólo los pijos tenían ropas buenas de montaña, los demás teníamos que conformarnos con ropa normal de invierno, tanto es así que o te abrigabas con una manta para dormir (lo cual era a todas luces insuficiente) o ibas el día antes a la calle Bravo Murillo a una tienda de deportes que se llamaba Todo, en donde podías alquilar la tienda de campaña, los sacos de dormir, los faroles para alumbrarte por la noche y hasta la cocinita para guisar con su bombona de butano especial para camping. O la ventaja que daba estar en plena naturaleza, en plan salvaje, con ropa vieja que no importaba romper o ensuciar más aún (tu madre no te iba a regañar al llegar a casa). O el rato menos agradable pero necesario de lavar los platos y útiles de cocina en un arroyo cercano. El caso es que aquellas excursiones quedaron indeleblemente grabadas no sólo en las fotos sino también en el recuerdo y las hicimos tanto en verano como en invierno, con sol, con lluvia o con nieve.
 

Las divertidas anécdotas en la vida de un Director de Comunicación…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg

No hay comentarios: