jueves, 30 de junio de 2022

Nadie sabe que te escribo

¿Y qué importa a quién escribes? Lo importante es escribir cuando lo que se traslada al papel no son simples palabras, sino sentimientos y emociones. Hoy comparto, pues, este poema titulado "Nadie sabe que te escribo":
 
Nadie sabe que te escribo
y nadie sabe quién eres,
pero estamos siempre juntos
ante los ojos inertes
del mundo que nos rodea,
pero ellos son materia
y no pueden percibir
la vida interna que brota
y se esparce como el viento,
palpitando entre susurros
de un amor que vive dentro
y se expresa en unos versos
como estos que te escribo,
porque en el fondo tú eres
la expresión de mis sentidos,
la que siempre me acompaña,
quien escucha mis gemidos,
la que ríe a carcajadas
con mis muchos desvaríos,
la que duerme entre mis brazos
y siente calor, y frío
al despertarse temprano
ante un nuevo desafío,
la que colma mi pasión
y me sienta la cabeza,
porque quiere que yo encuentre,
por mí mismo,
mi destino en esta tierra.


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miércoles, 29 de junio de 2022

Deseos convertidos en realidad

Aunque nunca me había parado a escribir sobre ello, siempre he sido consciente de que gran parte de mis deseos se convertían en realidad. Ahora, sin embargo me ceñiré a un caso reciente y que, quizás tiene más que ver con esas “coincidencias” que por doquier voy descubriendo, como si una especial vía de comunicación se hubiese establecido entre ese “alguien” y yo.
 
Desde hace tiempo vengo haciendo un intercambio muy especial con una amiga noruega. Yo le envío sellos de Noruega, que adquiero aquí en España (ella vive en un pequeño pueblo y, por lo tanto, no tiene ninguna Filatelia a mano) y ella me envía CD’s grabados con música moderna de su país.
 
Yo me limito a mantenerle actualizada la lista de los CD’s que tengo, indicando si me gustan mucho, regular o poco, para que así ella sepa cuáles son mis gustos musicales y me envíe cualquier cosa que se le ocurra que me pueda gustar. 

Pues bien, haría unos 15 ó 20 días que le había enviado mi última carta con dicha lista actualizada y sin ninguna preferencia marcada. Yo estaba sentado frente al ordenador, buscando en Internet cosas de Noruega y entré en una “tienda virtual”. Allí encontré algunos CD’s y vi 3 que me gustaría comprar, uno de Bjorn Eidsvag, otro de DDE y otro de Sissel Kyrkjebo que, por cierto, se llamaba “All good things”. Sin embargo, como es muy peligroso hacer compras por Internet, no llegué a hacer el pedido y, claro, me quedé con las ganas de haber conseguido esos tres CD’s. 

Dos días después abrí el buzón de correo y allí tenía una carta de mi amiga. Abrí el sobre y encontré un nuevo CD. ¿Cuál sería? A estas alturas creo que no sería difícil adivinar que uno de esos tres que he citado antes y, efectivamente, así era; en concreto, el de Sissel y su sugerente título “All good things”. 

Como se puede ver era una coincidencia más, aunque en este caso, cuando se produjo mi visualización de aquél CD en Internet y mi deseo de comprarlo, el CD ya estaba realmente en camino, posiblemente llegando a España. Puede que mi amiga estuviese pensando si me gustaría el CD que ella había elegido, aunque el hecho en sí de su decisión y su compra lo había hecho varios días antes. Yo, desde luego, estaba pensando en ese momento que me gustaría tener ese CD. Pero, lo más curioso es que precisamente hubiese entrado en esa página de Internet y que en ella hubiesen puesto el citado CD. 

Porque ¿sabéis una cosa? Unos días atrás, no muchos, menos de una semana, yo había entrado en esa misma página, había revisado qué clase de CD’s vendía allí y…. el de Sissel no estaba entonces.


Que no, que no, que no son coincidencias ni casualidades...

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martes, 28 de junio de 2022

La asignatura más importante

Durante los años de mi juventud tuve la suerte de tener un gran maestro, Manuel Prieto, quien me dio clases de la asignatura más importante: la Vida. Así lo reflejé –como homenaje póstumo- en mi libro "Asignatura: la Vida”. 

Decía Manuel Prieto que “hoy día esto de SENTIR es un privilegio que abunda poco” pero tanto él como yo fuimos afortunados al tener la capacidad de “sentir”. 

Y resultó que al mes de conocernos, y saber él que yo también escribía poesías, me sorprendió un buen día (11 de mayo de 1964) entregándome una poesía (un acróstico) que me había dedicado y del que todavía conservo el original manuscrito.
 
Lo tituló “Un mes y tú tranquilo” y le puso la siguiente dedicatoria: “A Vicente, al mes de conocer que también hace poesías”. 

Decía así:
 
Vas sudando la lucha serena,
Intranquila del tiempo,
Con las manos abiertas al mundo,
Estrenando la vida y la sangre
Nacida de la luz tan de repente.
Trampa abierta en tu paz
Entre tu asombro de joven que renace.
 
Fuego que hiel las entrañas niñas,
Inútiles aún, a punto siempre,
Siempre esperando
Acaso sin saberlo
Con los ojos alegre, un primer llanto.
 


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lunes, 27 de junio de 2022

El barco

De forma esporádica, me llegaba alguna vez publicidad de una empresa de regalos publicitarios que se llamaba “Katamarán”. Nunca me decidí a hacer nada con ellos y siempre “pasaba” de la publicidad que me enviaban, aunque algunas veces eran pequeños regalitos tipo bolígrafo, caramelos, etc.

Un día recibí un paquetito con una jarra de porcelana con su logotipo, precisamente un dibujo de una “catamarán”. La verdad es que no me gustaba mucho el diseño, sin embargo, en vez de regalarlo o dejarlo arrinconado (como hubiera sido lo habitual), decidí quedármelo y darle una utilidad (para colocar mi cepillo de dientes y tubo de pasta dentífrica).
 
Cabe señalar que las veces que he montado en barco a lo largo de mi vida, se pueden contar con los dedos de las manos y, por supuesto, jamás he montado en un catamarán ni se me ha ocurrido pensar que pudiera tener la oportunidad de hacerlo.
 
Sin embargo, apenas 6 meses después de haberme quedado y usado dicha jarra, me invitaron a hacer una excursión en barco… precisamente en un catamarán. ¿Coincidencia?
 


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domingo, 26 de junio de 2022

Después de medio siglo

Cuando un encuentro con una amiga de la juventud te hace ver cómo ha pasado el tiempo. Para expresarlo, el mejor idioma es la poesía:

DESPUÉS DE MEDIO SIGLO

Después de medio siglo has vuelto a sonreírme.
El sueño estaba dormido y tu luz lo ha despertado.
 
¿Qué ha pasado en este tiempo?
Y es que ha pasado tanto...
que si busco en mis recuerdos
mi cuaderno está repleto
de mil páginas en blanco.
 
Fuimos cómplices y amigos,
disfrutamos de la vida
y rompimos la rutina en cien pedazos,
que tus manos y las mías,
descorrieron la cortina
del futuro que buscábamos
sin saber que cada uno seguiría...
el camino del olvido del pasado.
 
Pero has vuelto aquí, hoy, a golpear mi puerta
y tu llamada ha resonado en mi interior, sí, te he escuchado.
(A pesar de la ceniza y del polvo de los años
aún está vivo en mi interior
el rescoldo de ilusión como era antaño).
 
Tú y yo hemos cambiado el exterior,
mas el brillo que aún palpita en tu mirada
me dice que hay vida en tu interior,
alegría y energía que contagias,
aunque sólo sea la ilusión
de querer ver en otros ojos,
la juventud eterna que soñábamos
y que hace ya  mucho tiempo
se quedó olvidada en un armario.

PD.- En la imagen superior, cuadro de Raquel Godoy, la antigua amiga de juventud, convertida ahora en gran pintora.


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sábado, 25 de junio de 2022

Una foto de Dios en la cartera

En mi novela “Castidad & Rock and Roll” el protagonista que va narrando esta historia de amor, aventura, música, viajes, intriga, etc., tiene la oportunidad de conocer y establecer amistad con Eloy, un joven cantante ganador de un concurso televisivo que ha alcanzado tanta fama que desea huir de ella. Pero Eloy es un chico muy peculiar, con una personalidad… llamémosla “a contracorriente”. De hecho, cuando yo escribí esta novela, por la cual van desfilando diferentes personajes, me sorprendió cómo a la hora de poner palabras en la boca de Eloy no era yo quien las ponía, sino que era él mismo, mi personaje, quien tomaba la palabra y me dictaba a mí lo que él quería decir. 

Por eso, me gusta recordar algunas de las cosas que dijo, y quiero igualmente compartirlas con los demás. Esta fue una de las conversaciones con que siempre nos sorprendía Eloy según lo cuenta el protagonista que cuenta la historia:
 
“Ya en el postre, le comenté a Eloy:
-                     Como ves, somos bastante diferentes. Para mí, Dios –que no sé muy bien qué o quién es- es algo que puede estar por ahí pero no me afecta, en cambio para ti Dios forma parte de tu vida.
Eloy me miró y sonriendo me dijo:
-                     ¿Quieres ver a Dios?
Me quedé sorprendido y le contesté:
-                     ¿Qué pasa, que está aquí?
-                     Tengo una foto suya.
Nuevamente me sorprendió.
-                     ¿Una de esas estampitas de Jesús o de la Virgen? –le pregunté- ¿Eres de esos que llevan siempre en la cartera alguna estampita?
-                     Sí, pero no es una estampita, es una imagen real, una fotografía auténtica.
Eloy se echó mano al billetero y sacó una fotografía que me mostró al tiempo que comentaba que siempre la llevaba con él. Me quedé sorprendido al verla porque aquello era una fotografía real en la que se veían los anillos de Saturno.
-                     ¿Esto? Es Saturno –le dije.
-                     Es una fotografía reciente tomada por una satélite de la NASA. Lo más importante está aquí, entre estos dos anillos. ¿Ves ese puntito blanco? –me señaló un puntito blanco que aparecía entre dos anillos, aunque en realidad todo el fondo negro de la fotografía mostraba el espacio lleno de puntitos como ese, que sin duda eran otras estrellas o planetas- Ese puntito es la Tierra, donde nosotros estamos ahora mismo, y puedes ver lo insignificante que es. Si tienes esto siempre presente, te darás cuenta que nosotros, nuestro “yo”, no es sino una insignificante mota de polvo y que todas esas cosas a las que damos tanta importancia no valen absolutamente nada. Ver esta foto es una cura de humildad que nos recuerda la grandeza de Dios y lo insignificante de nuestras miserias.
La fotografía y las palabras de Eloy lograron su objetivo y me hicieron reflexionar sobre mis errores, sobre mi egoísmo. Siempre había estado pensando en mí mismo, no en los demás ni en la gente a la que aparentemente quería. Ese querer a los demás era siempre en función de mí mismo, de lo que yo sintiese. No me preocupé nunca por conocer lo que sentían los demás y sólo buscaba que la ínter actuación de unos seres con otros me resultase satisfactoria a mí. Existía, efectivamente, otra visión del mundo que nunca antes había contemplado, y aquél mocoso estaba ahí, con una seguridad y confianza pasmosa, mostrándome las cosas más elementales que cualquier persona debería conocer pero que el hecho de pensar sólo en la propia satisfacción de uno impedía reconocer”.
 
PD.- La imagen que ilustra este post es –precisamente- la foto que llevaba Eloy en su cartera. Fue tomada por la sonda Cassini, y ese puntito diminuto e insignificante que se ve abajo a la derecha, es la Tierra.
 


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viernes, 24 de junio de 2022

Palabras de despedida

En el año 2007 dejé mi etapa profesional más fructífera y satisfactoria como Country Communications Manager de AstraZéneca en España y comencé a trabajar como responsable de Prensa en la Organización Médica Colegial (OMC) si bien lo hacía como un último reto profesional y con la mirada puesta en mi cercana jubilación. Un cambio tan drástico (en el grupo AstraZéneca había desarrollado una larga carrera profesional de 24 años) hizo que floreciese mi sentido dramático y preparé un libro titulado “Palabras de despedida” para regalarlo a todas aquellas personas que habían estado más cercanas a mí tanto en el plano personal como en el plano profesional. El título y su presentación hacían presagiar un adiós definitivo a esta vida y eso dio pie a que muchos me preguntaran por mi estado de salud, temiendo me hallase en fase terminal. Pero nada más lejos de la realidad, mi salud era buena, a nivel profesional había conseguido un nuevo trabajo que me permitiría cumplir los años necesarios para una buena jubilación, y a nivel personal todo iba muy bien… pero ¿y el título? “Palabras de despedida” era una recopilación de algunos de mis escritos más queridos para dejarlos a mis seres queridos más cercanos en un momento en que vislumbraba ya muy cercana mi jubilación. Sólo eso y, como siempre, un poco de dramatismo en el título para captar la atención como siempre había hecho al redactar los titulares de los miles de notas de prensa y noticias que elaboré a lo largo de mi carrera profesional.
 
El libro se editó en Visionnet y tenía un periodo de exclusividad de cinco años con dicha editorial. Antes que se cumpliera dicho plazo les comuniqué que daba por finalizado ese plazo de exclusividad y a partir de aquél momento ya fui libre de volver a editar el libro con quien quisiera. Pasaron unos años más y empecé a publicar mis libros en KDP Publishing, que es la editorial de libros de Amazon, lo cual me dio la posibilidad –antes no tenida- de que no sólo hubiese una edición tanto digital como impresa de cada uno de ellos sino que además ambas versiones estuviesen a disposición de todos los lectores interesados independientemente del país en que residiesen, porque Amazon envía sus libros a todas partes del mundo, cosa que no hacen otras editoriales.
 
Como “Palabras de despedida” de Visionnet ya había quedado descatalogado y no había ninguna posibilidad de adquirirlo es por lo que he querido rescatarlo y editarlo nuevamente, poniéndolo al alcance de todos los lectores a través de Amazon.
 
En aquella edición de 2007 en donde especificaba que todos los derechos de este libro me pertenecían, incluí una serie de escritos bajo el título “¿Coincidencias?” seguidos de una selección de poesías extraídas de muchos de los libros de poesía que escribí a lo largo de mi vida.
 
Ahora, en esta nueva edición de 2020 rescato al completo mi libro “Palabras de despedida” para que sus palabras perduren en el tiempo y superen todas las barreras geográficas… porque, como siempre he dicho, “La poesía es el lenguaje del alma”, y el alma no tiene barreras.
 
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jueves, 23 de junio de 2022

Poesía y arquitectura

A través del latín “architectus” nos llegó la palabra “arquitecto”, con la cual se denominaba al jefe de una construcción. Sin embargo el latín había tomado este término de dos palabras griegas: archos (principal) y tecton (obra). Por ello, podríamos decir que la Poesía es la Arquitectura de las emociones ya que, a fin de cuentas, la poesía es emoción trasladada al papel.

Los ladrillos que se utilizan son las palabras, las cuales se colocan de tal forma que sirvan a un fin concreto previamente establecido. Si en arquitectura ese fin es el de servir como alojamiento o centro de reunión –por ejemplo- aquí el fin es el de transmitir emociones y sentimientos. Los versos son las vigas que sustentan el edificio y las estrofas son las habitaciones y dependencias por donde transitará el lector. El poema final será el edificio que mostrará en su conjunto cómo algo abstracto (las emociones y sentimientos) han sido transformados en algo tangible (los poemas).
 
La arquitectura ha de ser práctica (servir al fin para el cual se crea una obra) pero también ha de ser bella, porque esa obra final es algo que se contempla a diario y debe transmitir una sensación de bienestar. La poesía debe tener, por su parte, ritmo y musicalidad, para que la belleza de esas emociones y sentimientos que transmite sean igualmente bellos y dejen en el alma del lector un poso de comunión con lo intangible.
 
 


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miércoles, 22 de junio de 2022

El cielo, en una palabra

Cuando ya anochecía en mi vida, un resplandor vino a iluminar esos últimos años: mi nieta. Ella llenó de alegría e ilusión esta etapa final, porque no se trataba de una nieta a la que vería de vez en cuando en visita, sino de una nieta con la que “conviviría” a diario, como si de una hija se tratara. Nada más verla comprendí que el cielo me hacía un regalo…

EL CIELO, EN UNA PALABRA
 
Un ángel bajó a la Tierra
y adoptó la forma humana;
se convirtió en una nieta
cuyo nombre es el de Paula,
 
siendo así que me di cuenta
que la vida me premiaba
con sus risas que despiertan
una infinita esperanza
 
por vivir lo que me queda
con ilusión renovada.
Como la luz de una estrella
guiando nuestras pisadas
 
con ternura e inocencia,
alegría desbocada.
Es un ángel, es tan bella…
el motor que me levanta
 
cada día con más fuerza
y da vida a mi mañana.
¿Definir “estar con ella”?:
El cielo, en una palabra.
 

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martes, 21 de junio de 2022

La trompeta

Era la víspera de un importante partido de fútbol. En sueños me vi comprando una trompeta (de las que se venden para estas ocasiones) y la dejaba en mi asiento. La verdad es que nunca se me ha pasado por la imaginación hacer tal cosa, ni creo que vaya a hacer algo semejante en toda mi vida. 

Sin embargo, al día siguiente, cuando fui al estadio, y según me acercaba a mi asiento (soy socio, por lo que siempre ocupo la misma localidad) pude ver justo encima de mi asiento, precisamente esa trompeta.
 
La explicación “lógica” sería la de una coincidencia, ya que el niño que ocupaba el asiento de al lado, la había dejado allí (siendo esta, por cierto, la primera vez que hacía algo así). Sin embargo, no me cabe la menor duda que fue otra de las bromas a las que ya me tiene acostumbrado ese alguien de allá arriba. Desde luego, sentido del humor no le falta.
 

Seguro que encuentras algo, y no es por casualidad:

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lunes, 20 de junio de 2022

Barcelona, siempre Barcelona

Barcelona, una ciudad preciosa que siempre ha estado como una amenaza sobre mi cabeza. Toda mi vida la he tenido organizada en Madrid y, cuando la mujer y los hijos están adaptados e integrados en una ciudad, resulta muy duro cambiar a otra. Si yo estuviera soltero, me daría igual una ciudad u otra, aunque personalmente prefiero un pequeño núcleo rural a una gran ciudad. Sin embargo, el pago de la hipoteca de la casa en la que vives o vas a vivir, los colegios y la universidad de los hijos, las amistades, la familia, son todos ellos factores importantes a la hora de mantenerte atado a una ciudad.

 
Por todo ello, Barcelona siempre me ha atraído como ciudad y me ha encantado su arte. Cuando he estado de vacaciones por la costa Brava siempre que he podido he aprovechado alguna ocasión para pasear por las Ramblas, subir al Parque Güell o visitar alguna exposición de Gaudí o Dalí. Pero a la vez ha sido siempre como una sombra de amenaza que parecía querer arrastrarme hacia allí.
 
Hace ya muchos años trabajaba en otro laboratorio farmacéutico. Era uno de los más importantes, con un marketing muy sofisticado. Cuando nadie sabía lo que era un product manager, allí ya se había implantado ese cargo. Cuando la visita médica era “pan para todos” introdujo el concepto de “visita individualizada”. El micromarketing, los mercados de prueba, la dirección por objetivos, eran moneda corriente en aquella compañía. Fue pionera en tantas cosas... que también lo fue en la plaga de este final de milenio: las fusiones.
 
Al cabo de tres años, la compañía se escindió en dos, y una de las partes se fue a Barcelona con la línea de productos de investigación propia; la otra parte se quedó en Madrid con el resto de productos licenciados. Tres años más tarde, la parte radicada en Barcelona absorbió a los que nos habíamos quedado en Madrid y surgió entonces el dilema: indemnización y a la calle o... a vivir a Barcelona.
 
Eran otros tiempos, yo era joven y había trabajo. Así que opté por quedarme en Madrid y a los dos meses ya estaba trabajando en otra empresa y seis meses más tarde ya estaba de nuevo en otro laboratorio farmacéutico. Pero la posibilidad de haber tenido que romper con todos los lazos personales, familiares y económicos que me unían con Madrid, dejó en mí una huella indeleble.
 
Pero está visto que las cosas no pasan una sola vez. El señorito aburrido que coge la hormiga una y otra vez, y no la deja llegar al hormiguero, tiene ganas de seguir jugando. Muchos años después, y después de diversos periplos profesionales, había regresado una vez más al sector farmacéutico. Llevaba 6 años... ¿He dicho seis? ¿Qué casualidad, los mismos que llevaba en la otra empresa antes de que surgiese la coyuntura de tener que ir a Barcelona?....y salta la noticia: una fusión con otra compañía que tiene su sede en... ¿para qué decirlo?... Barcelona.
 
Esta vez, ya no era tan joven, y España ya no iba tan bien aunque Aznar se empeñase en asegurarlo. Si había que ir a Barcelona, pues habría que ir, y ya veríamos cómo se resolvería después el problema familiar. Por de pronto, el mayor se había independizado. La mayor, esa sí que no se marcharía... en segundo curso de carrera y ¡con novio! Aunque con 19 años tampoco pasaba nada porque se quedase sola (aunque no era ese el modelo de familia que había pensado). La pequeña... bueno, habría que esperar a que se adaptase. Primero un año de soledad en Barcelona, buscando piso adecuado y colegio, y muchos Puentes Aéreos para reunirme con la familia los fines de semana. Quizás un piso en la playa para que así les apeteciese pasar allí conmigo más tiempo, como por ejemplo durante las interminables vacaciones escolares.
 
Para qué negarlo, el panorama era duro. Por eso, esa vez agradecí a los de allá arriba la ayuda que me prestaron.
 
Tras la huella dejada por la fusión ocurrida años atrás, esta se ofrecía ya como irremediable. Cierto es que cabía la posibilidad de que la sede central se fijase en Madrid, pero las posibilidades eran mínimas. No voy ahora a entrar en detalles, pero la gran mayoría de los empleados estaban convencidos que la marcha a Barcelona... o a la calle, sería inevitable.
 
Desde que se anuncia una fusión, hasta que se asientan definitivamente todas las piezas, pasan varios meses y ¡qué meses! Desconcierto, depresión, irritación... todos los estados inimaginables pasan por la mente de los afectados. En mi caso, las posibilidades de continuar en mi puesto de trabajo eran muy altas (lo que me daba cierta tranquilidad) pero debía irme mentalizando para un cambio de residencia y de la consiguiente reestructuración familiar.
 
Para que me fuese acostumbrando a la idea, y apenas unos días después de hacerse pública la noticia, cuando aún no sabíamos qué repercusiones podría tener ni qué posibilidades habría o no de ir a Barcelona, me regalaron una litografía preciosa que enseguida enmarqué y puse en mi dormitorio, de tal forma que esa era la última imagen que veía cada noche antes de acostarme: una vista nocturna de Barcelona desde el Tibidabo, con el mar al fondo. Digo yo que sería para que me fuera acostumbrando a la idea. Después de todo ¡era una ciudad bien bonita!
 
También, y para hacer más llevadera la espera, me llamaron para una entrevista de trabajo: Director de Comunicación, con un sustancioso aumento de sueldo, de un holding de empresas con más de 100.000 millones de facturación, en dependencia directa del Presidente del Grupo. Llegué con éxito a la terna final en la que partía como favorito ¡y eso a pesar mi edad! Sin embargo, creo que esta vez lo acepté como era desde el principio, una mano que me echaban para distraerme y animarme durante la época de incertidumbre. Porque la verdad es que ese maravilloso trabajo no me solucionaba absolutamente nada: El puesto era para ¡Barcelona!
 
Cuando por fin todo se solucionó, se me confirmó en mi puesto y se supo la gran sorpresa (la sede era Madrid) llamé a la empresa disculpándome y diciendo que me retiraba del proceso de selección. Iba a continuar haciendo mi trabajo y dependiendo del Presidente de la compañía.
 
Como les gusta poner guindas, este caso también la tuvo. Recordé que mi primer viaje en este laboratorio farmacéutico fue a.... Barcelona. Podía haber ido a muchos sitios; pero no, tuvo que ser Barcelona. El motivo: la presentación a la prensa de un libro que había editado la compañía. Allí, en la mesa presidencial, estaban los autores y destacadas personalidades. Entre ellas, presidiendo el acto, se encontraba... ¡un hermano del que ahora ya era mi nuevo Presidente!


La historia de AstraZéneca escrita por alguien que la vivió y al jubilarse ya pudo contar todo lo que quiso:

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domingo, 19 de junio de 2022

Se puede tocar lo intangible

Dice José Hierro en uno de sus poemas, titulado “El muerto” que “aquél que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría, no podrá morir nunca”. Y es que no hay nada como la poesía para tocar lo intangible, para sentir la vibración de vida que anida y resplandece en cada cosa, en cada gesto, en cada instante… Somos seres espirituales aunque ahora estemos encerrados en un cuerpo, pero aun así somos seres inmortales, y si apelamos a nuestro interior, si apelamos a la vibración de vida que exhala nuestro espíritu y le dejamos actuar con libertad, veremos el mundo de una forma diferente y sentiremos cosas que el resto de los mortales no han podido siquiera imaginar. 

Del poema antes citado estos son mis versos favoritos, los que desde hace muchos años calaron hondo en mi alma y me sentí identificado con ellos:
 
“Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado  una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca”.
 
Ahora bien, que nadie piense que sentir así es algo fácil; todo lo contrario, requiere esfuerzo y trabajo diario. En ese mismo poema él también lo reconoce:
 
“Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura”.
 
No desesperes, pues, y sigue dándole a tu espíritu la oportunidad de salir de su encierro.


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sábado, 18 de junio de 2022

El clon

La casa necesitaba unas reformas. Había que acuchillar y barnizar el parquet y cambiar las puertas. Busqué diversas empresas de reformas pero.... deben ganar mucho dinero. Realmente cuando te hacen un trabajo y te lo cobran a precio de oro, lo que te están haciendo es un favor, y deberías dar gracias al cielo de que tú hayas sido el afortunado de tenerlos en tu casa el doble de tiempo de lo acordado, de haber tenido que mover tú mismo los muebles antes y después para que no se molesten (y no te los destrocen, por supuesto), limpiar a todas horas para no verte sumergido entre capas pleistocénicas de polvo, y pagarles al contado, por supuesto (si es que no les habías adelantado ya una buena parte del importe del trabajo). ¡Qué ingratos somos a veces! El caso es que fui buscando uno y otro hasta que encontré uno que se mostró ilusionado con la idea de conseguir un trabajo y otro (¡Qué raro! ¡Alguien que quiere trabajar antes de exigir el dinero!) y quedamos en que al día siguiente vendría a casa para tomar medidas y hacer el presupuesto.

 
Al día siguiente hubo una llamada. No podía venir como habíamos acordado. Se disculpó y preguntó si podía pasar al día siguiente. “En fin” me dije “el hecho de llamar para avisar y disculparse ya es una buena señal”, así que quedamos para el día siguiente.
 
Como no iba a venir hasta última hora de la tarde, decidí pasarme por mi otra casa para comer allí y recoger unas cosas. Entre ellas estaba el correo y, justo ese día, encontré una carta de mi amigo noruego Ingar. Nos conocíamos desde hacía muchos años y nos habíamos visto un par de veranos. En uno de ellos mi mujer y yo estuvimos en su casa y el año anterior, precisamente,  había inaugurado con él la nueva casa o “hytta” (casa de madera) que se había construido en las montañas. En esta carta me enviaba un cassette (me ha dado por añadir, a mi colección de música, grupos y cantantes escandinavos que no es posible encontrar en España) del cantante sueco Björn Afzelius. De regreso a casa para mi encuentro con el encargado de la empresa de reformas, iba escuchando la cinta que me había enviado esta vez.
 
Llegué con mi puntualidad habitual y le comenté a mi mujer la carta que acababa de recibir. Ingar era un buen amigo aunque vago a la hora de escribir. De hecho, nuestra correspondencia se cifraba en una carta al trimestre, aunque siempre venía acompañada de cassettes de música, cintas de video con imágenes de Noruega o un Calendario de pared cada Diciembre. Por mi parte yo le enviaba sellos y algún que otro autógrafo de gente famosa que podía conseguir y él añadía gustoso a su amplísima colección de autógrafos.
 
Sonó el timbre de la puerta y abrí: Allí estaba el encargado de la empresa de reformas que había pedido ir hoy en vez de ayer. Me quedé perplejo y mi mujer también. No pudimos menos que cambiar una mirada de asombro, comentarlo y decírselo también a él: era exactamente igual que mi amigo Ingar. La cara, el tipo, el pelo....
 
Una coincidencia de este tipo puede darse muchas veces. ¿Cuantas si no, decimos “mira, ese se parece a fulanito”. Pero ¿cómo explicar que venga a casa el mismo día que recibo su carta trimestral y que incluso haya pedido retrasarse un día para coincidir así con la recepción de su carta? Es como si de pronto se hubiera materializado un clon.
 
Por añadir, hasta podría poner una guinda: Estaba cenando –esa misma noche- y viendo la televisión. Emitieron un reportaje sobre el cáncer, una de las causas más importantes de muerte, incluyendo el testimonio de varias personas que habían superado la enfermedad, habían rehecho su vida y ahora -comentaban- veían las cosas de un modo diferente, dando más valor a todo. Este era, precisamente, el mensaje del programa.
 
Sólo es un detalle, nimio si se quiere, pero que se añade a todo lo demás. Ingar me decía en esa carta, que Björn Afzelius había muerto a primeros de este año... de cáncer. Ahora, cada vez que escuche su música, no sólo pensaré en las “coincidencias” y en “a qué diantres están jugando con nosotros”, sino que también recordaré que debemos dar más valor a todas las pequeñas cosas de la vida.


Una entretenida novela que no se parece a nada de cuanto hayas leído.

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viernes, 17 de junio de 2022

No son coincidencias

Este es el más especial de todos mis libros porque en él comparto lo más íntimo, lo que más importa, y eso son... los pensamientos. ¿Alguna vez os habéis preguntado para qué estamos aquí? ¿Qué hay después de esta vida? Vivimos tan apegados a este mundo material que pocas veces nos paramos a pensar sobre estas cuestiones que, sin embargo, son aquellas que más deberían importarnos.
 
Hace unos años comencé a darme cuenta que algunas coincidencias o casualidades –como así las llamamos todos- que se daban en mi vida, no eran tales; eran otra cosa muy diferente. Pero no se trataba de una, ni de dos, sino de muchas, y todas conducían al mismo lugar. Y no fue una etapa pasajera, sino que estas “coincidencias” siguieron repitiéndose esporádicamente a lo largo de mi vida y cada vez que las cosas mundanas taponaban mi percepción espiritual, entonces sucedía un acontecimiento de este tipo que era algo así como recibir un picotazo en la conciencia para que prestara atención a lo que de verdad importa. Por esto he recopilado algunas de las más significativas en esta primera parte del libro.
 
En cualquier caso os pediría que no os quedéis sólo con la anécdota superficial sino que –al igual que hice yo- profundicéis en su significado. Estos hechos verídicos y de difícil explicación racional encienden una luz en nuestro interior que nos permite descubrir cómo detrás de esos hechos existe algo más, hay… una intención.
 
Como se trata de historias reales e íntimas que me han sucedido y todas ellas tienen algo de misterio, de humor y de sorpresa, supongo que su lectura resultará entretenida y sin mayor esfuerzo os guiará por el mismo camino que yo recorrí. Pero el camino no acaba ahí, antes al contrario, es el comienzo de uno nuevo y más profundo que –en la segunda parte de este libro- abordamos.
 
En esta segunda parte expongo una serie de reflexiones sobre los aspectos más trascendentes de la vida. Todo comienza con un viaje a Lisboa y el encuentro “casual” con un libro muy especial, “La luz que nos une”, el cual me da pie a una serie de reflexiones que comparto con vosotros. El siguiente paso es, si cabe, más sorprendente: “El hombre que volvió de la muerte”. Se trata de un caso “increíble” aunque ampliamente documentado y por ello ni hay que tomarlo como dogma de fe ni hay que descartarlo sin más. Hay que ser valientes y leerlo con la mente abierta, simplemente eso; después… que cada uno piense, reflexione y extraiga sus propias conclusiones
 
A continuación viene un encuentro con las enseñanzas de uno de los más grandes videntes de la historia (posiblemente el vidente más grande de la historia): Edgar Cayce. Bajo el título de “Lecturas inspiradoras” recojo una amplia serie de reflexiones sobre una parte del amplio legado que nos dejó.
 
Finalmente, y a modo de reflexión sobre muchos y variados asuntos trascendentes del ser humano, recojo una serie de pensamientos que no deben ser  más que eso: “pensamientos”. Porque cada lector debe ser capaz de nutrirse de muchas y diferentes fuentes pero sin aceptarlas sin más; debe pensar por sí mismo, digerir la información y extraer por último sus propias conclusiones.
 
Como despedida, un “Código de vida” que, de adoptarlo todos los seres humanos, haríamos de este mundo ese paraíso soñado. Cuantos más puntos de ese código incorporemos a nuestra vida, más satisfacción personal tendremos… e irradiaremos a los demás. Se ofrecen, en definitiva, una serie de puntos o claves que deberíamos tener en cuenta para que nuestro paso por este nivel de existencia (al que algunos llaman “vida”) sea lo más placentero y fructífero posible.

Os dejo ya con la lectura de estas reflexiones y estas imposibles coincidencias que un buen día despertaron mi razón y me revelaron qué es lo que hay al otro lado y cuál es el verdadero propósito de nuestra vida. Recuérdalo, eso que tú llamabas hasta ahora casualidades o coincidencias, no son tales; son pellizcos en tu alma para que te despiertes y abras los ojos.
 

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