miércoles, 8 de junio de 2022

Un ukelele en el cielo

Que se mueran los viejos es algo normal, pero la muerte de un niño es algo que rompe nuestros esquemas; no acertamos a comprender cómo puede suceder tal cosa. 

Además, si ese niño que muere era un ser cercano a nosotros, por quien sentíamos un afecto especial, el dolor que sentimos no puede explicarse. 

Quizás la poesía sea el único lenguaje que en tal circunstancia podemos utilizar. 

Así lo sentí yo cuando mi amiga Sandra Pino, de apenas siete años, nos dejó de improviso…
 
UN UKELELE EN EL CIELO
 
Llegó un día de Navidad.
¡Tenía que ser ese día!
Era luz, pura y divina
tomando forma en la Tierra
para acercarse a nosotros
y mostrarnos el camino
a la vida verdadera.
 
Con su ejemplo en siete años
ha de bastar, si es que vemos
más allá de la materia.
Nos duele perder amigos,
más aún padres e hijos,
y sin embargo nos vamos
sin que lo hayamos pedido.
 
Dirán que era una niña,
que tenía por delante
mil proyectos en su vida,
pero se fue de nosotros
dejándonos como herencia
su bondad y su sonrisa.
 
Para eso vino, para decirnos
que olvidemos nuestras riñas,
nuestro afán por este mundo
olvidando que la vida
es lo que espera después,
es lo que Sandra respira
desde hoy, en armonía.
 
A la orquesta celestial
llega una nueva solista,
su ukelele sonará
desde hoy en la memoria
de quienes tuvimos la suerte
de compartir su alegría.
 

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