jueves, 23 de junio de 2022

Poesía y arquitectura

A través del latín “architectus” nos llegó la palabra “arquitecto”, con la cual se denominaba al jefe de una construcción. Sin embargo el latín había tomado este término de dos palabras griegas: archos (principal) y tecton (obra). Por ello, podríamos decir que la Poesía es la Arquitectura de las emociones ya que, a fin de cuentas, la poesía es emoción trasladada al papel.

Los ladrillos que se utilizan son las palabras, las cuales se colocan de tal forma que sirvan a un fin concreto previamente establecido. Si en arquitectura ese fin es el de servir como alojamiento o centro de reunión –por ejemplo- aquí el fin es el de transmitir emociones y sentimientos. Los versos son las vigas que sustentan el edificio y las estrofas son las habitaciones y dependencias por donde transitará el lector. El poema final será el edificio que mostrará en su conjunto cómo algo abstracto (las emociones y sentimientos) han sido transformados en algo tangible (los poemas).
 
La arquitectura ha de ser práctica (servir al fin para el cual se crea una obra) pero también ha de ser bella, porque esa obra final es algo que se contempla a diario y debe transmitir una sensación de bienestar. La poesía debe tener, por su parte, ritmo y musicalidad, para que la belleza de esas emociones y sentimientos que transmite sean igualmente bellos y dejen en el alma del lector un poso de comunión con lo intangible.
 
 


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