Durante los años de mi juventud tuve la suerte de tener un gran maestro, Manuel Prieto, quien me dio clases de la asignatura más importante: la Vida. Así lo reflejé –como homenaje póstumo- en mi libro "Asignatura: la Vida”.
Decía Manuel Prieto que “hoy día esto de SENTIR es un privilegio que abunda poco” pero tanto él como yo fuimos afortunados al tener la capacidad de “sentir”.
Y resultó que al mes de conocernos, y saber él que yo también escribía poesías, me sorprendió un buen día (11 de mayo de 1964) entregándome una poesía (un acróstico) que me había dedicado y del que todavía conservo el original manuscrito.
Lo tituló “Un mes y tú tranquilo” y le puso la siguiente dedicatoria: “A Vicente, al mes de conocer que también hace poesías”.
Lo tituló “Un mes y tú tranquilo” y le puso la siguiente dedicatoria: “A Vicente, al mes de conocer que también hace poesías”.
Decía así:
Vas sudando la lucha serena,
Intranquila del tiempo,
Con las manos abiertas al mundo,
Estrenando la vida y la sangre
Nacida de la luz tan de repente.
Trampa abierta en tu paz
Entre tu asombro de joven que renace.
Fuego que hiel las entrañas niñas,
Inútiles aún, a punto siempre,
Siempre esperando
Acaso sin saberlo
Con los ojos alegre, un primer llanto.
Vas sudando la lucha serena,
Intranquila del tiempo,
Con las manos abiertas al mundo,
Estrenando la vida y la sangre
Nacida de la luz tan de repente.
Trampa abierta en tu paz
Entre tu asombro de joven que renace.
Fuego que hiel las entrañas niñas,
Inútiles aún, a punto siempre,
Siempre esperando
Acaso sin saberlo
Con los ojos alegre, un primer llanto.
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