Una de las disciplinas del Atletismo es la Marcha
atlética, a la que también se la conoce simplemente como Marcha, un deporte en
el que se intenta caminar lo más rápido posible pero sin llegar a correr, por
eso siempre debe estar apoyado en el suelo uno de los dos pies y cuando en
algún momento los jueces ven que el marchador no ha tocado el suelo con ninguno
de los dos pies le dan una amonestación y a la tercera será expulsado de la
prueba. España ha tenido grandes marchadores y uno de ellos he sido yo aunque
no haya competido nunca.
Tanto en pistas de Atletismo como en algún parque o zona
lisa donde no hubiera demasiada gente mirando (los movimientos que debe hacer
el marchador oscilan entre lo ridículo y lo cómico) me dedicaba a este curioso
deporte para el que se necesita poco peso corporal y mucho nervio. Para poder
impulsar el cuerpo adecuadamente hay que ir moviendo mucho las caderas con cada
paso al tiempo que los brazos, doblados por el codo, se mueven con brío
conforme se avanza... por eso digo que el aspecto del marchador suele ser
cómico o ridículo. Lo que resulta evidente es que con la marcha se pueden
alcanzar importantes velocidades; he llegado a alcanzar los 8 kilómetros hora
(velocidad a la que muchos suelen correr) en los aparatos de cinta móvil que
hay en los gimnasios y que la gente utiliza precisamente para correr, no para
hacer Marcha. Sin embargo esas cintas para correr (o eventualmente hacer Marcha
como algunas veces he hecho en ellas) no ofrecen ningún aliciente salvo el
conocer la velocidad a la que vas y la distancia recorrida. Lo bonito de la
Marcha es avanzar por el campo y descubrir nuevos parajes, no estar como un
tonto caminando sin moverse del sitio.
De mi estilo como marchador dio buen aprueba un vídeo que
colgué hace años en YouTube y que titulé “Correcaminos hispanicus y Coyote”. En
este brevísimo vídeo se me podía ver practicando la marcha un una pista de
Atletismo de la Ciudad Universitaria de Madrid. Como lo de la Marcha ya he
dicho que resulta cómico, por eso titulé ese video como “Correcaminos
hispanicus” ya que así era como me sentía al practicar este deporte. Pero “¿Y
lo de Coyote?”, te estarás preguntando. En aquella ocasión en que tomé el vídeo
no iba solo sino que me acompañaba mi perro, un pequeño Westin, el cual nada
más verme aparecer marchando a toda velocidad como el pájaro Correcaminos,
salió corriendo detrás de mi tal como hacía su eterno enemigo el Coyote, por
eso le adjudiqué a mi perro el papel secundario de Coyote en esta súper mini
producción cinematográfica. ¿Y cuánto duraba el vídeo? Pues sólo nueve
segundos, ya que la cámara estaba colocada sobre un trípode en modo automático
y mi velocidad era tal que enseguida me salí del encuadre.
Actualmente practico muy poco la Marcha pero cuando voy
andando por la calle he conseguido ir casi a la misma velocidad que un
marchador aunque sin mover de esa forma tan exagerada la cadera y los brazos.
Con esto consigo que mi recorrido por las calles no llame la atención, por más
que la velocidad que alcanzo levante una corriente de aire que despeina a todos
los que adelanto.
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