Quizás muchos de los que estáis leyendo este libro no
sabéis lo que es el Luge, así que os lo aclararé. Se trata de un deporte
olímpico de invierno que, junto al Bobsleigh y el Skeleton representan
distintas modalidades de descenso en trineo (Luge es una palabra francesa que
significa trineo ligero). Las características del trineo, según se explica en
este deporte, os resultarán familiares: un pequeño armazón en donde el piloto
va sentado o tumbado boca arriba y mirando hacia delante, basculando con su
cuerpo para dirigirlo.
La realidad es que todo aquel que haya sido niño o tenga
niños, habrá disfrutado de este deporte de invierno. Pero para sorprender al
lector, como me gusta hacer, contaré una de mis primeras experiencias cuando no
tenía trineo y, aunque ya era mayor de edad, tampoco tenía mucho conocimiento
dentro de la sesera. Subí a Navacerrada un domingo con buena cantidad de nieve
y numerosos esquiadores en las pistas. Como no tenía trineo, no se ocurrió otra
cosa que coger una gran bolsa de plástico, de esas que da El Corte Inglés para
proteger los trajes (eso demuestra que lo hice con premeditación y alevosía,
puesto que la bolsa no estaba en el maletero del coche por casualidad). Y busqué
una pendiente por donde pudiera deslizarme con ella a modo de trineo. Por fin
encontré una pendiente preciosa y despejada, me senté sobre el plástico y me
lancé por ella. Según bajaba a toda velocidad, me sorprendió que me adelantara
un esquiador, y un poco más tarde otro, y al cabo de unos segundos un silbato y
unos gritos me alertaban para que me apartase de allí. ¡Me había lanzado por
una pista de esquí! Cuando me di cuenta, ya no había posibilidad de marcha
atrás, así que giré como puede hacia un lado para salir por un costado de la
pista, antes de llegar hasta el final. Recogí mi plástico y me alejé tan
deprisa como pude, diciendo a lo Bart Simpson: “Yo no he sido, yo no estaba
allí”. Seguramente me llamaron de todo, pero el gustazo que me di bajando por
aquella inmaculada pendiente no me lo quita nadie.
Ya más en serio, acudí otras muchas veces a la sierra
madrileña para practicar Luge, unas veces con trineos alquilados y –cuando tuve
niños pequeños- con uno de plástico que les compre (bueno, que compré para
todos porque yo lo utilizaba tanto o más que ellos).
Ahora bien, si creéis que con esto he acabado, estáis muy
equivocados, porque ya más en serio también lo he practicado, pero para eso
tendrás que irte a la letra “O” de “Olimpiadas de Invierno”: mi primera y única
carrera seria y competitiva de trineos, o sea, de Luge.
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