jueves, 11 de octubre de 2018

El niño dormido

Escrito el 13 de octubre de 1889 y subtitulado “Ante la cuna de mi hija Mercedes, en su primer cumpleaños”, este poema de Gaspar Fisac Orovio fue publicado en el nº 386 de “El Eco de Daimiel”, del 16 de octubre de 1889.

No pases gritando,
no pases corriendo,
del niño dormido
no turbes el sueño;
si adoras lo bello,
acércate y calla,
respira muy quedo;
verás en el fondo
de oscuro aposento
envuelta una cuna
en nimbo de fuego;
que el niño dormido
parece el espejo
donde se retrata
la imagen del cielo.

Su boca semeja
capullo entreabierto
que tibio perfume
despide en su aliento;
y van los suspiros
saliendo del pecho
cual ángeles que huyen
volando entre besos;
sedosas pestañas
encierran luceros
y oculta la frente
profundo misterio;
que el niño dormido
parece el espejo
donde se retrata
la imagen del cielo.

Asida a la cuna
que mece con tiento,
contempla una madre
su casto embeleso,
y son sus miradas
de amor tan intenso
que el alma estremecen
de aquel pequeñuelo.
¿No ves cómo sueña
que juega despierto?
¿No ves cómo ríe?
¡Qué hermoso riendo!
¡Si el niño dormido
parece el espejo
donde se retrata
la imagen del cielo!

El bello semblante
y el cándido aspecto,
y el dulce abandono
del ser indefenso,
moviéndote a amarle
te están repitiendo
que desde la altura
protege su sueño
el Dios que de seres
pobló el universo.
¡Ponte de rodillas
y reza ante el lecho
del niño dormido,
que no es más que espejo
donde se retrata
la imagen del cielo!

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