Esta es una poesía inédita de Gaspar Fisac Orovio. Aunque no figura la fecha en que fue escrita, podemos deducir sin temor a equivocarnos que la escribió en torno al 30 de julio de 1925, fecha en que falleció su esposa, ya que en ella llora la pérdida de tan querido ser tratando de sobreponerse a dicho dolor asido a la esperanza de la vida eterna. El amor le hizo vivir y el amor le hizo, a partir de ese momento, sobrellevar su pérdida, llenando su memoria de tantos días felices de amor vividos junto a ella. El poema llevaba por título “Días felices” y bajo el mismo figuraba la dedicatoria “A mi esposa”.
Horas de dicha con tu amor pasadas,
días felices por tu amor vividos,
despertad al rumor de mis pisadas
y clavaos al dolor de mis sentidos.
Voy caminando hacia el hogar del duelo
donde el cuerpo reposa,
que allí, cerca de mi, se encuentra el cielo
en donde está mi esposa.
Tras de la losa fría
está la realidad del cuerpo inerte,
mas la esperanza del cristiano fía
que allí no está la muerte,
sino el amanecer de eterno día...
Allí el dolor que simboliza el Leño,
la Cruz del Redentor que al mundo abarca,
nos despierta de un sueño,
nos coge entre sus brazos y nos marca
el fin de este camino:
“Sufrir –nos dice- es codiciar la calma,
soy la Cruz, soy tu lecho, tu destino,
soy la luz, soy la vida de tu alma”.
¡Bendito este dolor que me sublima!
exclamo, contemplando la Cruz santa,
¡qué importa que mi cuerpo un punto gima
si, apoyando la planta
en mi mortal desvelo,
esta Cruz es la llave que abre el cielo!
esta Cruz es la llave que abre el cielo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario