Soneto de ámbito estrictamente familiar, dedicado por Gaspar Fisac Orovio a su mujer con motivo de su cumpleaños e impreso en una tarjeta ilustrada conmemorativa, indicándose la fecha de tal acontecimiento: ocho de diciembre de 1888:
Te consagré un afecto verdadero,
te hice mi esposa, y de las bellas flores
que adornaron el tálamo de amores,
brotó el ángel de luz más hechicero.
Desde entonces, mi Concha, más te quiero,
más te oculto mis penas y dolores,
y por mucho cariño que atesores,
no será, el que me tengas, tan entero.
Yo miro en la hija nuestra los reflejos
de un alma que en la nuestras fue fundida;
para ti, son sus ojos los espejos
do el alma de una madre está esparcida,
y no valen razones, ni consejos,
ese amor es el único en la vida.
ese amor es el único en la vida.
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