Esta composición poética fue escrita por Gaspar Fisac Orovio el 22 de abril de 1890 y publicada en el nº 453 de “El Eco de Daimiel” del 10 de septiembre de 1890. No sabemos quién era la “Señorita D.C.” a quien fue dedicada esta composición, la cual consta de tres partes: introducción, serenata y despedida.
INTRODUCCIÓN
Tu capricho te perdono,
y al realizarlo me ufano,
quieres que arranque tu hermano
a su lira una canción;
y que cruzando el espacio
donde la nota se ensancha
llegue el eco de La Mancha
a la andaluza región.
No me importa que se escuchen
de mi lira las canciones,
que, aunque sencillos, sus sones
los han llegado a aplaudir;
lo que temo es no hallar nota
que sea digna, por galana
de cantar a la sultana
que se digna el canto oír.
Mas como en ti son iguales
la discreción y hermosura,
si hallas alguna dulzura
mi canción al escuchar,
alzaré la frente altiva
y orgulloso de mi empeño,
siendo el hombre más pequeño
seré más grande a la par.
Y si no alcanzo la gloria
de tu parabién ansiado,
quiero morir abrazado
a este hermoso pabellón;
quiero, en las cuerdas dormido,
del arpa empolvada y rota
impedir salga otra nota
que mi postrera canción.
Pues me basta el triunfo, hermosa,
de ocupar tu pensamiento
tan solo un fugaz momento
tu nostalgia al distraer;
y si caigo despeñado
en la sima del olvido,
a tus pies caer rendido
es levantarse al caer.
Sobre Córdoba proyecta
sus sombras Sierra Morena,
de una tosca cantinela
se oye insólito rumor;
y el Guadalquivir murmura,
con sus rompientes de plata,
la salvaje serenata
de tu oscuro trovador.
SERENATA
Yo soy el genio que en tus balcones
entona alegre varias canciones,
yo de la noche soy el secreto,
soy de las niñas rico amuleto,
soy su tesoro, su talismán;
sus desventuras, sus alegrías,
las sé yo todas, las hago mías,
yo soy su anhelo, yo soy su afán.
Gimo en las aguas murmuradoras,
pueblo de sombras los olivares,
corro en las brisas embriagadoras,
lleno el espacio de mil cantares,
silbo en las cañas, zumbo en el viento,
trino en las ramas, rujo en los mares;
y como ascienden al firmamento
tibios vapores, sube mi aliento
y cubre el cielo si se dilata
de manto hermoso de azul y plata,
y al condensarse forma la nube,
perla del cielo, cendal del sol,
nido del ángel, flor del querube,
fuente copiosa, vivo arrebol.
Por mi es el trino de ruiseñores,
por mi el arrullo de las palomas,
por mi el perfume de gayas flores
que esmaltan prados, valles y lomas,
y los suspiros, sueños, quimeras,
y las miradas que dan calor;
voy en el beso de las palmeras,
duermo en el polen germinador,
por mi las horas huyen ligeras,
yo soy tu esclavo, soy el amor.
DESPEDIDA
Ya has escuchado mi trova,
mas no cierres tus balcones,
quedan los últimos sones
en las cuerdas, que pulsar;
tú que al amor esclavizas,
no lo trates con cariño,
porque el amor es un niño
que no se puede mimar.
Deja que juegue en las trenzas
de tus hermosos cabellos,
que entre límpidos destellos
quiera en tus ojos vivir;
mas si luz embriagadora
vierte, alegre, en tu mirada,
ten el alma tan cerrada
que no la pueda sentir.
Pues si por él ¡ay! suspiras
y le das entera el alma,
te roba el traidor la calma,
su esclava llegas a ser;
y no puede ser esclava
tu soberana hermosura...
¡Siempre el cielo está en la altura!
¡Siempre es ángel la mujer!
Si son grados del amor,
la pasión y la demencia,
es barrera la inocencia
para el vértigo infernal;
y la mujer halla asilo
en la virtud, sombra amiga
que los ardores mitiga
del veneno de aquél mal.
Sobre Córdoba proyecta
sus sombras Sierra Morena,
de una tosca cantinela
se oye insólito rumor,
y el Guadalquivir murmura,
con sus rompientes de plata,
la salvaje serenata
de tu oscuro trovador.
de tu oscuro trovador.
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