Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
lunes, 30 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (30)
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
domingo, 29 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (29)
- ¿Cómo se llama? -preguntó un bombero.
- Bareta -respondió Pedro secamente (quería ser todo lo seco posible ya que eso favorece el fuego).
- Nombre de pila -le espetó el bombero.
- Duracell -citó Pedro.
- Oiga, que no estamos aquí de broma -se enfadó el bombero.
Y como Pedro vio que estaban de malos humos, dejó la ironía y contestó a sus preguntas.
Abrió con cuidado esa especie de agenda y cuál no sería su sorpresa al comprobar que toda ella estaba escrita. Había allí números muy largos, algo así como números de cuentas corrientes, resúmenes bancarios, teléfonos, nombres, datos de citas... tendría que investigar a fondo ese material, abrir ese “melón”, quizás allí encontrase algo que utilizar contra él...
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
sábado, 28 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (28)
Con las muchas pesetas que de adolescente consiguió haciendo trampas al tute en el asilo de Tomelloso, al grupo de Alzheimer avanzado, a los que les cantaba las cuarenta todas las veces que quería, porque como no se acordaban... compró una finca de secano, más seca que una fábrica de piedra pómez, y gracias a la visión de su tío Paco, el Lince, que era un zahorí ciego, pero con una suerte del carajo, logró extraer agua del subsuelo en tal cantidad (dio de lleno en el acuífero 23) que le permitió convertir el secarral en la primera explotación melonera de España. También tuvo éxito nacional con el eslogan comercial "Melones Jacinto, al comerlos, del placer salto y brinco".
En su ambición por jugar en las ligas mayores de la economía capitalista, hizo su master en Chicago, donde conoció a Milos Eggs, joven judío, heredero de una fortuna amasada en la venta de rulos para tirabuzones, al que engatusó en varios negocios ruinosos (para Milos) que reportaron a Jacinto una pasta gansa, con la que se alió con Mr. McKarran, propietario de Future Farma Inc. en la OPA hostil que le hicieron al Laboratorio del Dr. Rodríguez.
Llegó a plantearse meterse en política para prevaricar "a tutti plen", pero hasta él, golfo y corrupto a más no poder, pensó que eso era excesivo. Con los laxantes ya estaba bien para revolverle las tripas a los ciudadanos.
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
viernes, 27 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (27)
Decididamente Jacinto era un tío con suerte. Había levantado un imperio económico de la nada, porque empezó vendiendo melones en Tomelloso con su tío el Arrugao y ahora, mira, un negocio floreciente, un deportivo flamante, un incendio que no llegó a ser, y para colmo de males sospechaba que tenía una amante que le mantenía joven e ilusionado. Lo que no sabía era que la causa de sus alegrías sería la causa de las desdichas propias. Por eso Pedro había provocado el incendio en su chalet, para borrar todas las pistas que pudieran relacionarle con el fuego vecino, puesto que ese hubiera sido su verdadero deseo. No contaba con que los niños estuvieran en casa. No obstante, la astucia de los muchachos había solventado el incidente de manera feliz. Ahora tan sólo esperaba que los peritos del seguro no lo relacionaran con este desdichado acontecimiento. Sería terrible verse involucrado en ello y además supondría un descrédito ante toda la comunidad...
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jueves, 26 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (26)
- ¡Oigan! ¡Que el mío está primero! -les gritó.
Pero los bomberos no le hicieron caso y dirigieron sus mangueras hacia las llamas que devoraban el chalet vecino.
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
miércoles, 25 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (25)
- Vamos a ver, ñora. A ver si me aclaru -el sargento Miñambres tenía un acento mitad asturiano, mitad animal de bellotas, simultaneándolos aleatoriamente sin problemas-. Ya se me están sacandu el carné pa saber quié e quié. ¿Los jovencitos supongu son hijos suyos? -miró profundamente a Violeta con esos ojos negro zaino enmarcados por unas cejas tan pobladas que se podía hacer trenzas a lo Pippi Calzaslargas.
- Exactamente, mi teniente -dijo Jacinto-, estas dos criaturas angelicales son vástagos de esta dama y tengo que exigir nuestros derechos legítimos como ciudadan...
- ¡Pooooch! -la mano llena de callos del sargento tapó sin ninguna dulzura y sin ponerle ojitos, la boquita de piñón de Jacinto-. ¡Pero quín le ha preguntao a uté! Periquiiito, que me ha salidu parlanchín y leguleyo. Y de teniente, ná. Sargento y a mucha honra -el sargento estaba sembrado y locuaz; le gustaba la situación-, a ver, ñora. ¿Que ha pasadu en la ambulansia al sujeto conocío por Toribio y con galones de agente privado de la autoridad? Que se me lu han cargao. O casi... Y tú periquín... calladitu que te arreu con la batuta de goma, conocida como porra, diferente al churro. A vel, ñora, a cantar como la Pantoha.
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martes, 24 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (24)
Colgó el teléfono algo decepcionado. Su bolígrafo estaba preparado para hacer los dos mil metros vallas en multas y sanciones, pero por orden superior tuvo que guardarlo de mala gana.
- Me han llamado de comisaría y me han dado instrucciones precisas, porque parece que usted –dijo el agente dirigiéndose a Violeta- es la pieza clave en un asunto de gran trascendencia. Un tal Toribio, que ahora parece que está más con un pie en el otro barrio que en éste, ha contado una historia rarísima en el cuartelillo de la Guardia Civil, cuando estaba detenido
Violeta giró en seco y le miró inquisidora:
- ¿Qué ha contado exactamente ese señor, al que aún no estoy segura de conocer? -preguntó a Violeta, que no paraba de abrazar a sus hijos a los que creía perdidos.
Pía y Edu, al ver la reacción de su madre, se acercaron al agente, expectantes.
David aprovechó para hacer mutis por el foro. Tenía un par de multas de tráfico impagadas y no le hacía ninguna gracia tener que tratar con un agente de la ley. Sin embargo, mientras se apartaba del grupo, no pudo evitar pensar en la mirada de Pía y sus rizos cayendo sobre su frente... Quizás en otras circunstancias, hubiera podido... hubiera sido capaz de decirle... Pero ¡que idiota era! Sólo era un repartidor de pizzas, y con la racha de entregas fallidas que llevaba, probablemente pasara a ser un repartidor despedido....
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“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
lunes, 23 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (23)
Se notaba que Tita estaba todavía loquita por él... pensaba para sí Pedro, mientras -como Nerón- veía arder su chalet y especialmente el del gilipollas de Jacinto. “¡Diossshhh! ¡Que ganas le tengo! Si no fuera por mis hijos le iba a meter el GiñaPlus Forte directamente por vía rectal en dosis de elefante... hasta que se le salieran las tripas pidiendo confesión”.
Una vez más tranquilo, decidió, que ya que estaba ahí... ¡ale! a disfrutar del espectáculo pirotécnico. ¡Buuumba! El plasma 60'' full HD con home cinema sensorround dolby digital de Jacinto emergió por el balcón del salón haciendo doble pirueta con tirabuzón, empotrándose en la cabeza de un enano de jardín. El mudito para dar más detalles. “Jódete, Monteperales”.
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domingo, 22 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (22)
- Una cuatro quesos -respondió el pizzero.
- Pues del cajón asoman dos quesos -ironizó el agente.
Total, que los puso firmes a todos, menos a Edu, que no pudiendo aguantar más, disimuladamente se puso a mear junto a la moto.
- ¡Eh! ¿qué haces? -gritó el agente.
Y Edu se volvió sin haber detenido el chorro que regó el interior del cajón con lo que quedaba allí de la cuatro quesos.
- No se enfade agente -susurró con dulzura Pía al tiempo que pestañeaba con tanta intensidad que le levantó el flequillo al agente. Y empezó a explicarle lo que pasaba.
En esto se oyó un brusco frenazo: eran Violeta López de la Manteca y Jacinto Monteperales.
- ¡Hijoooos! -gritó ella.
- ¡Ojoooo, que casi me pilla! -gritó el agente.
Ante tantas irregularidades, el agente sacó su teléfono:
- Voy a pedir refuerzos, aunque sea a la Guardia Civil; no voy a tener suficiente bolígrafo ni talonario para poner tantas multas -dijo en tono severo.
Sin embargo al ir a coger el teléfono éste sonó; era una llamada de la comisaría.
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sábado, 21 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (21)
- Yo no os puedo ayudar- susurró David a los niños-, tengo que ir a llevar una pizza, no tengo tiempo para andar buscando soluciones.
Pía le miró fijamente, tenía los ojos color avellana y los rizos pelirrojos le caían por la frente. A David siempre le habían gustado las pelirrojas.
- Por favor, al menos acércanos a la comisaría más cercana, allí nos ayudarán a localizar a mis padres –pió Pía.
- Pero tiaaaaaaaa, ¿como quieres que os acerque?
- En la moto -dijo ella sin inmutarse-, a mí no, pero a mi hermano lo puedes llevar en el cajón....
- Tu estas ralladísima -dijo David-. Pero mal, mal de lo tuyo...
Edu frunció el ceño y tomó la palabra:
- Yo no quepo, además este cajón apesta a queso.
Pia clavó su mirada en él:
- Tienes que ir a la comisaría, Edu, es nuestra única oportunidad, necesitamos ayuda, ¿no lo entiendes? -le habló con dulzura pero con firmeza.
Edu asintió. Miró a David. David miró a Pía. No sabía en que lío se estaba metiendo, pero asintió... Edu entró a la fuerza encima de una pizza de cuatro quesos. David salió pitando a hacer la entrega:
- Ten cuidado con la pizza, ¡no la aplastes!" -le rogó.
Edu no dijo nada, pero su advertencia llegaba tarde... La Vespino pegaba unos botes de miedo, la cabeza le daba contra la parte superior del cajón, olía mal, el pie le quedaba medio fuera y para colmo de males, se meaba vivo...
Cerró los ojos deseando que aquello pasara pronto, como si fuera un mal sueño, de pronto, una voz le sacó de su ensimismamiento:
- ¡Alto! ¡Pare esa moto ahora mismo!
David paró la moto, y se bajó tragando saliva mirando tímidamente al policía que acababa de darles el alto. Edu contuvo la respiración...
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viernes, 20 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (20)
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jueves, 19 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (19)
Visto lo visto, los sanitarios de urgencias miraron a Toribio a quien ya no le latía el corazón aunque el estómago –no se sabe por qué- parecía seguirle funcionando. Después miraron a Jacinto y tras ponerle unos cuantos vendajes (estilo Momia) le dijeron:
- ¡Está usted como una flor!
Y se marcharon directos hacia la funeraria.
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miércoles, 18 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (18)
- Pi, peñó, Tobibio, achu sevicho. Palope piera madar. Apus piez, poña Pioleta –(Esta es una transcripción realizada gracias al metro de platino e iridio que se encuentra en el Museo de Pesas y Medidas de París, de los extraños sonidos guturales que emitía Toribio, con la boca llena de jamón, masticando dentro de su boca tumefacta por el impacto de alguna mano perdida del guardia Enrique en justa venganza por la humillación proferida a su sacrosanto tricornio).
- Pero Toribio, trague, por lo que más quiera, que no se le entiende nada. Beba, hombre de Dios. Beba -le conminó Jacinto.
Violeta le acercó un vaso lleno del contenido de una botella de La Casera que estaba en una mesita dentro de la ambulancia.
- Removido, no agitado, por favor -expresó, Toribio, más o menos, en el lenguaje de señas para sordos albanokosovares.
Toribio se apretó el contenido de un solo trago, a su estilo. De inmediato, se le salieron los ojos de las órbitas. Las orejas parecieron deshacerse momentáneamente como los relojes de Dalí, para luego engrandecerse de manera descomunal hasta parecer el mismo Dumbo. De color fucsia con pintas amarillo Piolín, por más señas. Después de múltiples convulsiones propias de un bailarín de hip-hop hiperactivo, Toribio perdió el poco conocimiento que tenía. ¡Zás! Mortis calavera. Se había bebido un vaso de éxtasis líquido mezclado con anís seco Machaquito que los enfermeros de la ambulancia habían recogido de la última intervención en el poblado rumano El Gallinero, pensando que era gaseosa con la que hacerse un tinto de verano para cenar.
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martes, 17 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (17)
- ¡Llama al 112 Violeta!
Cuando bajaron a la calle vieron llegar a la ambulancia y le dijeron al enfermero:
- La cama ya es historia...
- Pues entonces me puedo ir...
Pero observaron que en el interior de la ambulancia estaba Toribio y se iba comiendo un bocadillo de jamón de hembra... ¿Qué haría dentro?
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lunes, 16 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (16)
- Aquí tengo las llaves del coche.
Entonces ella abrió su bolso y dijo:
- Aquí tengo un pintalabios.
- Aquí tengo un bolígrafo -dijo él.
- Aquí tengo una aspirina –añadió ella en su turno.
Y después de más de dos segundos, cuando hubieron vaciado su bolso y sus bolsillos, respectivamente, se dijeron mutuamente:
- ¿Y qué hacemos aquí? ¡Vámonos!
Y salieron a toda velocidad.
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domingo, 15 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (15)
Violeta era una mujer que hacía lo que quería, pero "dentro de un orden". Y eso no contemplaba perder a sus criaturas por el inútil de su marido. Le engañaba, sí. Se lo tenía bien empleado. Y con su jefe. El colmo.
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sábado, 14 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (14)
- Esto no puede ir al mostrador, atontao –le espetó el encargado al ver semejante engendro alimenticio.
David salió con la caja por la puerta de atrás, donde colocaban los cubos de la basura, y vio a dos niños rebuscando entre los desperdicios. Los tres quedaron sorprendidos. Se miraron a los ojos con una expresión entre asustados e incrédulos. Pía susurró:
- No te chives, por favor, no sabemos qué hacer... Nuestra casa está ardiendo, no recordamos el móvil de nuestros padres, el jefe de estudios está rondando por aquí, no llevamos encima ni un euro y mi hermano estaba a punto de marearse de hambre... Ayúdanos.
David, que se había quedado prendado de los ojos de Pía, salió de su ensimismamiento cuando escuchó que le llamaba el encargado desde dentro:
- Tú, atontao, que te llama el jefe y tienes que llevar un pedido, ¡espabila!
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viernes, 13 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (13)
- Dejádmelo a mí, que ya veréis cómo le hago hablar.
Toribio lo miró asustado y entonces el teniente Cansinos sacó un enorme bocadillo de mortadela. Toribio comenzó a segregar jugo gástrico, tanto que apagó sus ardores de estómago sin necesidad de bicarbonato y una nube de vapor inundó todo el cuartelillo dándole un aspecto mágico.
- Si quieres, todo esto puede ser tuyo –le dijo el teniente.
- Sí, lo quiero -respondió Toribio.
Y entonces, ante una escena tan conmovedora, los Guardias Civiles y las Guardias Civiles (que estaban de guardia) aplaudieron y gritaron al unísono:
- ¡Vivan los novios!
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jueves, 12 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (12)
Le encantaba recrearse fonéticamente en todos los apellidos de los antiguos neo-comulgantes. Para que supieran que él sabía quienes eran. Pía y Edu se miraron y sin mediar palabra decidieron lo más razonable: poner pies en polvorosa, dejando a Don Casimiro frotándose las manos al estilo judío y la libido en regresión.
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miércoles, 11 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (11)
- Huele mal -dijo Edu.
Entonces Pía abrió la puerta y profirió un grito aterrador. Edu soltó de golpe la consola y abrió los ojos como platos. "¡Hay fuego!". Rápidamente Pía reaccionó y, recordando sus nociones de boy scout, hizo una cuerda a base de calcetines, sábanas y ropa sucia que se acumulaba en el cuarto de su hermano.
- Rápido, Edu, átalos con fuerza -le indicó al niño que se encontraba en estado de shock.
El humo subía por la escalera y el ambiente se estaba haciendo insoportable. Consiguieron salir por la ventana del baño y escaparon del lugar sin rumbo fijo.
Después de caminar varios kilómetros llegaron al centro comercial "El Templo", en el que estaba ubicada la pizzería de David, "La pizza risueña". Los niños estaban asustados, desorientados... y hambrientos. Edu se acercó al mostrador donde estaban expuestas las pizzas...
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martes, 10 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (10)
-¡Tia pa ya, chacho, que te doy!
- ¿Que Toribio está ardiendo y ha prendido fuego a un chalet?
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lunes, 9 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (9)
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domingo, 8 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (8)
Pero tuvo un efecto colateral positivo. Toribio, sordo desde la mili, cotilla por vocación, que llevaba el audífono a tope de volumen para enterarse de todo, con el impacto del chirrido que hizo el motor de arranque, expulsó el trozo de bocata de chopped con fuerza "match 2". Destino: el tricornio de Enrique. Se iba a liar una buena.
Él era Pedro Bareta, el Product Manager con más éxito de Future Farma Inc., con el producto de menos glamour del Vademécum: GiñaPlus Forte; el líder del segmento de los laxantes. Pedrito Bareta, como le conocían en el sector, era el único superviviente del antiguo Laboratorio del Dr. Rodríguez, especializado en aliviar trastornos digestivos y que fue comprado por la multinacional Future Farma Inc. hacía 5 años. Al Dr. Petronilo Rodríguez, Pedro le tenía más que aprecio. Le tenía devoción. Él sí que era un señor con clase. No como Mr. McKarran, el nuevo dueño, americano, de Texas y gangoso. Sólo escucharle intentar decir el nombre de su antecesor (aunque fuese para ponerle de vuelta perejil) hacía que mereciese la pena asistir a las insufribles convenciones anuales. Pero si había alguien a quién no soportaba, que le alteraba hasta lo más profundo del ADN, era Jacinto Monteperales. Su jefe inmediato. Su vecino de chalet. Quizás el tipo más creído de sí mismo que había forjado el MBA Pharma Business de la Universidad de Chicago, la Meca de los estreñidos.
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sábado, 7 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (7)
- Hey, Tori -saludó David (a lo cual no pudo contestar Toribio en medio de unos extraños gruñidos y estertores), aquí te traigo la cuatro estaciones que me habías pedido de postre.
Viendo como Toribio se le abalanzaba, David se puso eufórico y dijo:
- Ole, Tori, qué bien embistes.
- Venga, Tori, un poquito de zapateado -le animó David.
- ¿Así que ha sido este payaso, el Toribio, el que nos ha dado una falsa alarma? Pues te vas a enterar, te vienes al cuartelillo y mañana nos lo cuentas. Y lo esposaron (a pesar de que Toribio no conocía mujer ni había tenido noviazgo alguno).
- ¿Y a mí quién me paga la pizza? -gimió David.
- Pues más vale que la tires porque se te ha quemado. ¿No lo hueles? -le espetó Manuela, mientras Enrique asentía.
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viernes, 6 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (6)
A estas alturas de la conversación, más bien monólogo, Pedro estaba alterado; muy alterado. Y cuando Pedro se alteraba, gritaba. Fuerte. Muy fuerte. Conseguía que el techo de su monovolumen familiar, retumbara más que el altavoz de una discoteca de tecno en un polígono de Valencia. Tan fuerte, que Toribio, el vigilante de la urbanización, que se encontraba a escasos metros del coche, en su garita de olor inclasificable, del susto del primer grito, se tragó de golpe casi la mitad del bocadillo de chopped que se estaba apretando en la merienda.
- 112. Dígame. ¿En que podemos ayudarle? -respondieron desde la centralita.
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jueves, 5 de noviembre de 2020
Un cadáver exquisito (5)
- Hola, cariño, ya he recogido todo y salgo para casa. ¿Qué tal habéis llegado vosotros? -le dijo Pedro.
- ¿Cómo que ‘vosotros’? ¡Si yo he venido sola, los niños volvían contigo! -respondió Violeta, su mujer.
“Glup!” (se oyó tragar saliva a Pedro mientras se le encogía el estómago....).
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