martes, 27 de febrero de 2024

Drifting

Posiblemente algunos lectores no conozcáis qué clase de deporte es este. El Drifting o Drift es una disciplina del automovilismo que consiste en derrapar de manera continua y que a finales de la década de los 90 se convirtió en disciplina propia, con pilotos expertos en la misma y competiciones en numerosos países. Así que os estaréis diciendo “¿Pero también has hecho Drifting? ¡Pero si eso es ilegal! ¡Como te vea la policía de tráfico, la cagas!”. Así que pasaré a explicarme.
 
Es evidente que nadie puede conducir así de temerariamente por las carreteras, porque no sólo pones en peligro tu integridad sino también la de los demás, que no tienen culpa de tus locuras. Por eso aclararé desde el principio –para tranquilidad de las Fuerzas de Seguridad del Estado- que no he hecho Drifting en carreteras ni lugares públicos sino en un circuito reglamentario.
 
Cuando trabajaba en AstraZéneca, cuando los laboratorios farmacéuticos atravesaban su época dorada y todos los que tuvimos la fortuna de coincidir en la misma compaginábamos trabajo y diversión, trabajo y buen ambiente, trabajo y buena remuneración, trabajo y numerosos beneficios sociales... nos dieron en una ocasión lo que se llamaba “Curso de conducción defensiva”, que consistía en aprender a manejar el coche en condiciones extremas. Todos los mandos, superiores e intermedios, teníamos coche de empresa, y la compañía velaba porque no sufriésemos ningún accidente. Una de las formas para lograr este objetivo era que supiésemos cómo salir airosos de diversos imprevistos que se pueden presentar en la carretera.
 
Fuimos a un circuito en las afueras de Madrid en donde nos enfundaron los correspondientes monos de piloto para que entrásemos en ambiente. Pasamos después a las clases teóricas, en donde nos fueron explicando los riesgos imprevistos que puede ofrecer la conducción y cómo salir airosos de los mismos. Y por fin pasamos a la práctica con los coches que nos facilitaron y que se supone tenían el seguro a todo riesgo. En aquellas pistas hicimos todo tipo de pruebas como, por ejemplo, controlar el coche cuando se derrapa, para lo cual forzábamos el automóvil a propósito para derrapar y tomar a continuación el control de la conducción; es decir, el auténtico Drifting. La adrenalina que se desprende practicando esta disciplina deportiva es impresionante, y eso que en este caso se trataba de una situación controlada, en una pista suficientemente amplia y debidamente señalizada.
 
Pero además de esta maniobra nos enseñaron muchas más. Por ejemplo, frenar bruscamente y ser capaces de desbloquear la frenada y controlar el coche para sortear a tiempo el obstáculo que, bien pudiera ser en la vida real, un animal, peatón u objeto que obstruyese repentinamente la calzada. No se olvidaron tampoco de la lluvia, bajo la cual las condiciones de la conducción varían notablemente. Una serie de surtidores comenzaron a mojar el suelo y bajo esa lluvia teníamos que hacer todo tipo de maniobras. Ciertamente lo que antes parecía relativamente fácil aquí se tornaba mucho más difícil, aunque sin embargo fuimos capaces de salir airosos de esta prueba, aprendiendo eso sí que si llueve hay que ir más despacio y dejar más distancia respecto a los otros coches.
 
Y finalmente vino la prueba más difícil de todas: conducir sin cadenas sobre la nieve. Pero ¿cómo íbamos a conducir sobre la nieve si estábamos en pleno verano? Nos lo explicaron. Pusieron en las ruedas de los coches unos aparatos que –como veríamos acto seguido- simularían perfectamente las condiciones de estar conduciendo sobre una superficie helada. Una vez instalados esos dispositivos subimos al coche y ¡oh, sorpresa! aquello no había manera de controlarlo. Por más que me esforzase, por más que intentase recordar y poner en práctica todo lo aprendido en la clase teórica, allí no funcionaba; era el coche el que iba donde quería, no yo. Así que saqué una valiosa conclusión de esta última prueba: si alguna vez me encuentro con una superficie helada y no llevo cadenas en el maletero, paro el coche y pido ayuda o espero; cualquier cosa antes que intentar conducir sin cadenas sobre el hielo.
 

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