Carolina Martín, Campeona del Mundo de Bádminton, ha
conseguido dar a conocer en España este deporte e incluso muchos hemos
aprendido que la pelota con la que se juega no se llama pelota sino “volante”,
un deporte que desde el año 1992 (Juegos Olímpicos de Barcelona) está
considerado como deporte olímpico. Pues bien, antes que Carolina Martín
naciese, cuando la palabra “volante” se asociaba al papel que te daban para
recoger unos análisis o al volante del automóvil, y no a la pelota con que se
practicaba este deporte, yo también me aficioné al Bádminton.
Por aquél entonces no había campos donde practicarlo, así
que nos las ingeniábamos para elegir cualquier rectángulo más o menos sin
baches en el campo o en una calle asfaltada o en una zona de césped de
cualquier jardín. Si necesitábamos una red, atábamos una cuerda a dos árboles.
Pero, eso sí, teníamos raquetas apropiadas y “pelotas de plumas” para practicar
este deporte; y todo hay que decirlo, eso de tener “pelotas de plumas” era todo
un lujo, porque eran las más caras, tanto es así que para entrenamientos
utilizábamos otras que llevaban una especie de cenefa de plástico muy
artísticamente trabajado, para que se comportasen más o menos igual que los
auténticos y profesionales “volantes”.
Sin embargo la mayor parte de las partidas de Bádminton
tenían lugar durante las vacaciones, eligiendo para ello cualquier rincón del jardín
del hotel o alguna pista de tenis que estuviese desocupada en ese momento. De
todos aquellos veraneos practicando el Bádminton no puedo dejar de citar un mes
de julio en Denia en donde alquilamos un chalet con un gran jardín, todo de
césped, en donde coincidimos mi familia y la de una de mis cuñadas. ¡Cuántas
horas dedicaríamos a tan noble deporte que cuando terminaron las vacaciones
aquél rincón del jardín que antes era de inmaculado verdor acabó completamente
seco y extinguido, a pesar del riego diario que se le daba!
Mi estilo como deportista no era muy depurado, a fin de
cuentas sólo la intuición me había enseñado a practicarlo. Cogía la raqueta
como si fuera una sartén y sin embargo ¡le daba a la pelota de plumas y la
mandaba al otro lado de la red imaginaria! (lo cual tiene más mérito aún).
Todas aquellas deficiencias se suplían con un ardor y entusiasmo verdaderamente
profesionales, y quizás gracias a pioneros como nosotros, el Bádminton siguió
abriéndose camino en nuestro país que ahora dispone de la mejor jugadora del
mundo.
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