Aunque muchos no lo crean el juego de Dardos está
considerado como un deporte que exige una buena preparación y destreza. Durante
mucho tiempo se le consideró como un deporte habitual de los militares, datando
las primeras referencias al mismo del año 1314. Por lo que se refiere a nuestro
país, sólo en dos Comunidades Autónomas está reconocido como deporte: Cataluña
y Baleares. La primera de ellas, la Federación Catalana, se ha incorporado como
miembro de pleno derecho a la World Darts Federation (WDF) lo que esperemos
impulse en España la práctica de este deporte.
Por mi parte he practicado el deporte de los Dardos en
diversas ocasiones aunque, curiosamente, en ambientes británicos, no españoles.
Debido a mis frecuentes viajes a Inglaterra cuando trabajaba en el grupo ICI,
primero, en Zéneca después, y en AstraZéneca, finalmente, terminábamos nuestras
jornadas laborales tomando unas cervezas en algún pub. Allí era normal
encontrar una diana para poder practicar este deporte. Creo que todos hemos
jugado a los Dardos alguna vez, con esas dianas que hemos tenido de niños o
regalado a nuestros hijos, e incluso con las más modernas dianas de velcro a
las que se lanzan pelotitas que quedan pegadas sobre el mismo. Pero ni eso es
deporte ni tiene el encanto que proporciona jugar a los Dardos en un pub
inglés.
También en España he practicado este deporte, pero
curiosamente en un ambiente inglés. Y es que yo aprendí a hablar inglés gracias
a tres cursos (de una semana de duración cada uno) de inmersión total (8 horas
de clase, 2 alumnos por profesor, y 24 horas al día hablando inglés) en un
pequeño pueblo de Segovia. Cuando llegaban los ratos de asueto al final del
día, nos relajábamos jugando al Billar o a los Dardos, y cualquier comentario o
conversación que mantuviésemos había de hacerse inexcusablemente en inglés.
Dicen que el deporte de los dardos es eminentemente social y que favorece las
relaciones humanas, y bien puedo asegurar que eso es cierto.
Se juega en grupo, en ambiente amigable, con una cerveza
a mano, sin prisas... Incluso ha demostrado su efecto beneficioso para el
estrés cuando en vez diana ponemos en la pared una foto de la persona que peor
nos cae y lanzamos dardos sobre ella.
Los Dardos se han convertido en un deporte practicado por
mí de forma muy esporádica, sin haber conseguido nunca brillar en el mismo, y
sin haber conseguido nunca entender cómo iba eso de la puntuación o en qué
consistían las partidas, más allá de intentar acertar con el dardo en la diana
lo más cerca posible del centro. Pero eso sí, el deporte de los Dardos ha sido
siempre muy inglés para mí.
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