Pues mira tú por dónde que eso se ha hecho realidad, y lo más sorprendente de todo eso es que han sido los propios ciudadanos los que han querido implantarse ese chip; el Estado no ha tenido que obligar a nadie para que se lo implantase sino que todos los ciudadanos lo han hecho de forma voluntaria y además muy contentos.
Eso es lo que ha pasado y así estamos todos; la única salvedad respecto a lo anterior es que ese chip no lo tenemos implantado debajo de la piel (como el que se pone a los perros para tenerlos identificados) ni en el cerebro, sino que lo llevamos permanentemente en nuestra mano, y aunque no esté físicamente pegado a la mano sí que está en la mano todo el tiempo que permanecemos despiertos, y nuestros ojos no separan la vista del mismo, y nuestro cerebro absorbe todo cuanto sale del mismo. Ese chip es el móvil.
Todo esto es tan cierto que tú, ahora mismo, ya no eres capaz de estar ni siquiera 24 horas sin mirar el móvil; estás completamente esclavizado por el mismo. Con él hablas en vez de hablar en persona, con él pagas, con él te informas (de lo que la Inteligencia Artificial que lo controla quiera que te “informes”), a él recurres cada vez que quieres algo, con él compras a distancia sin tener que hablar con ningún dependiente ni salir a la calle, con él te relacionas con tus familiares y amigos a los que hace ya mucho tiempo que no ves porque prefieres mandarles mensajitos, con él… todo, porque sin él ya no puedes vivir.
Esta semana he publicado en el “Diario AZprensa” esta noticia relacionada con este asunto: “Una nueva pandemia, la adicción a las redes sociales”
https://azpressnews.blogspot.com/2023/06/una-nueva-pandemia-adiccion-las-redes.html
Una época reciente y tan lejana… cuando los laboratorios farmacéuticos fueron transparentes:
“La edad de oro de la industria farmacéutica”: https://amzn.to/34zbs0Q
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