Nos
hemos entrenado y así lo aceptamos, con unos patrones de sueño – vigilia
claramente establecidos: siete u ocho horas de sueño por la noche y el resto
del día despiertos. ¿Es sano esto? Fíjate en los animales: duermen cuando están
cansados y luego se despiertan de una manera natural.
En
la alimentación ocurre lo mismo, sólo que aquí los médicos reconocen que es
mejor hacer varias comidas no muy copiosas al día, antes que atiborrarse a
comer a mediodía y/o en la cena.
Tanto
en las comidas como en el sueño, es preferible repartirlo en varias veces al
día, sólo que en el caso del sueño –sobre todo para quienes trabajan- resulta
imposible hacerlo. Pero, por lo menos, unas cinco o seis horas por la noche y
una siesta después de comer, serían suficientes para que nuestro cuerpo y
nuestra mente se recuperasen y estuviesen listos para la actividad.
Con
este sistema se acelerarían nuestras capacidades creativas, se resolvería el
problema del insomnio, se mejoraría nuestro metabolismo, y nos serviría de
ayuda para nuestro desarrollo espiritual y psíquico.
Se
han realizado estudios científicos, y así lo recomiendan los médicos,
constatando que dormir lo justo por la noche y completarlo con una siesta es
más beneficioso que pasar muchas horas durmiendo.
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