Todos
nos hemos dado cuenta de cómo al despertar la mayoría de las veces no nos
acordamos de lo que hemos soñado o en apenas unos minutos ya lo hemos olvidado.
La ciencia nos dice que en realidad pasamos una gran parte de la noche soñando,
y sin embargo no somos capaces de recordarlo o –como digo- si acaso recordamos
algo lo olvidamos en seguida. Es algo así como exhalar una bocanada de humo de
un cigarrillo; durante unos instantes vemos cómo el humo adquiere diversas
formas y se va expandiendo, pero casi inmediatamente se desvanece.
¿Cuál
es la razón por la cual no recordamos los sueños? La razón es muy sencilla:
Todas esas aventuras y experiencias que vivimos durante el sueño no se traducen
físicamente, y al no tener acción ni efecto físico, no somos capaces de
recordarlas al despertar. Tan acostumbrados estamos a nuestros sentidos físicos
que cuando algo existe de forma exclusivamente mental no somos capaces de
incorporarlo a este mundo físico que ahora nos ha tocado experimentar.
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