domingo, 4 de octubre de 2020

Mirar más al cielo y menos a la tierra

Si todos mirásemos más al cielo y menos a la tierra, nos iría mucho mejor. No hay más que mirar a nuestro alrededor cuando viajamos en transporte público o simplemente por la calle: casi todos van ensimismados mirando su móvil o el suelo que pisan; pocos levantan la vista para contemplar la belleza arquitectónica de los edificios, el esplendor majestuoso de las copas de los árboles o sencillamente la cara de su acompañante para dirigirle unas palabras en vez de enviárselas por WhatsApp.

A los españoles, sobre todo a los que vivimos en grandes ciudades, se nos ha olvidado mirar al cielo y contemplar la maravilla del cielo estrellado, con todo lo enriquecedor que a nivel espiritual y emocional resulta todos eso. Por eso me ha llamado la atención una noticia sorprendente y maravillosa: La capital de Islandia, Reykjavik, apagará la mayoría de las luces de sus calles aquellas noches en que se produzcan auroras boreales, para que todos puedan disfrutar de tan bello espectáculo.

Islandia es lo más parecido que hay en nuestro planeta al Paraíso; en la mayoría de los demás países, de tomarse tal iniciativa (aunque no haya auroras boreales sí que podría verse la Vía Láctea si no lo impidiesen las luces de las ciudades), esas horas de oscuridad sólo servirían para aumentar el número de atracos y todo tipo de delitos.

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