Tanto en las iglesias (en momentos especiales) como en
rituales solemnes o como ayuda a la meditación, se utiliza el incienso. Pero
¿por qué se hace esto? No es por el olor ni por tradición antigua (aunque
también) sino por otra razón muy diferente y realmente importante: por las
vibraciones que desprende.
El incienso, al quemarse, produce unas vibraciones tan altas
que permiten armonizarse fácilmente a las personas que lo respiran; de ahí su
utilidad en las ocasiones en que habitualmente se emplea.
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