La música es algo más que sonidos, es un lenguaje universal
que todos entienden. La música expresa sentimientos, estados de ánimo... y si
nos entonamos con ella (nos metemos dentro de ella abstrayéndonos de lo demás)
llegaremos a experimentarla.
Probad a escuchar una melodía que os agrade. Después de esa
primera vez, volved a escucharla, pero esta vez no como un todo, sino
intentando identificar un instrumento concreto. Fijad toda vuestra atención,
por ejemplo, en el piano, o en el bajo... os daréis cuenta que esa melodía que
habíais escuchado tantas veces ahora suena diferente y os ofrece nuevas sensaciones
y emociones. Probad a centrar vuestra atención cada vez en un instrumento
distinto. Ensimismados, de esta forma, os veréis transportados a otro nivel,
lejos del plano terrenal en donde las palabras no se necesitan.
Esto que transmito ahora, intento hacerlo con palabras, pero
es muy difícil escoger las palabras que acusen la emoción deseada en quien las
lee. Por eso es mejor que esta vez, escuchéis música. Dicen, por ejemplo, que
la Sinfonía Nº 1 de Brahms es mística, pero cualquier melodía que os guste y os
haga vibrar de emoción puede servir para elevar el espíritu por encima de este
mundo material... aunque solo sea por unos minutos.
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