El principio fundamental del Karma o Ley de la Compensación,
es que por cada dolor o pesar que causemos a otro, sufriremos en el mismo
grado, del mismo modo, y en el momento en que la lección que debemos aprovechar
con eso nos cause la mayor impresión posible. Pero este principio no exige,
como pudiera parecer a simple vista, el famoso “ojo por ojo y diente por diente”,
ya que en el Karma no existe el concepto de venganza ni ninguna intención de
causar dolor o sufrimiento. El único propósito del Karma es enseñarnos una
lección, hacer que nos demos cuenta del error y que de esta forma reconduzcamos
nuestra vida y nuestra evolución espiritual.
En consecuencia, nunca podemos prever cuando la ley del
Karma nos dará sus avisos; de lo que sí podemos estar seguros es de que nunca sufriremos
por nuestras deudas kármicas sin que seamos conscientes de que se trata de eso.
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