Decía en un poema mío que “nadie es quién para juzgar” y
es que ninguno de nosotros es perfecto e infalible, todos tenemos debilidades y
cometemos errores, nadie es –en definitiva- lo suficientemente bueno como para
tener el derecho de juzgar la bondad o maldad de otro.
Este es un extracto de aquél poema:
“...No supiste qué decir,
ni qué pensar.
Nadie para compartir
ni confiar,
en medio de un mundo hostil
que juzga sin conocer
e impone su voluntad.
...¡Nadie es quién
para juzgar!
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