Hay una gran diferencia entre Fe y Confianza. La Fe es pura
esperanza, le falta poder, no nos convence sino que impone una afirmación ciega
y nos coloca como seres pasivos. Por el contrario la Confianza nace del
conocimiento y de la experiencia y, por lo tanto, del convencimiento. Por ello
la verdadera confianza es algo que debe adquirirse.
Para adquirirla debe utilizarse una herramienta, la fuerza
más potente del universo: el amor. Y para usar esa herramienta es preciso tener
una mente abierta, tolerante, solidaria y generosa.
Cuando se dice que “Dios creó al hombre a su imagen y
semejanza” quiere decir que su esencia se derramó dentro de todos nosotros, de
ahí que nosotros seamos parte de Dios. Y siendo así, esto significa que también
nosotros tenemos, en una pequeña parte, el poder de crear con la mente.
Cuando queramos usar ese poder sólo tenemos que fijar en la
mente la idea clara de lo que queremos y decir con total confianza: “Si a Dios
le parece bien, está hecho”. Nótese que
no pedimos, simplemente afirmamos que “está hecho” porque entendemos que es
bueno y justo lo que deseamos crear. Después, sencillamente, volvemos a
nuestros quehaceres habituales y nos olvidamos del tema. Aquello que haya de
ser, será.
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