Todas las personas somos buscadoras de felicidad y a ello
orientamos todos nuestros deseos y nuestros esfuerzos. La mayoría cree
encontrarla en el mundo material: poder, dinero, salud... Otros, los menos, la
buscan en el terreno espiritual, convencidos de que es la única vía de
salvación.
Pero ninguna de estas dos maneras contrapuestas de entender
nuestra existencia es la ideal, ya que la felicidad reside en un estado de
equilibrio perfecto entre nuestros deseos materiales y nuestras aspiraciones
espirituales.
Por ello, la mejor vía que puede conducirnos a la felicidad
es el misticismo que, por definición, es el estudio y la aplicación del lazo
armónico que une al hombre con el Dios que es capaz de sentir y comprender.
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