Una canción de mi cantante favorito, Miguel Ríos, se llama
“Sal fuera de ti” y ese es precisamente el viaje que todos deberíamos hacer:
cerrar nuestro yo y salir a los demás. Uno de los principales protagonistas de
mi novela "La fuga (castidad y rock and roll)" lo sabía muy bien y fue capaz de
hacérselo comprender a la más refractaria de las jovencitas con que se había
topado. Este es un fragmento de uno de los encuentros que tuvieron:
Cuando llegó al hotel no la vio en el salón, por lo que
dedujo que Marianne se había retirado a su habitación, pero cuando subía él a
la suya la vio sentada en la pequeña cocina que había para los huéspedes, con
la cabeza agachada y apoyada en sus brazos que descansaban sobre la mesa.
-
¿Te encuentras bien? –le preguntó Eloy.
-
Me duele mucho –susurró Marianne.
Ella le explicó que le había vuelto ese dolor que no se
apartaba casi nunca desde el día del accidente y que se había tomado el
analgésico que le habían recetado para estos casos. No le quedaba más remedio
que aguantar y esperar media hora o una hora hasta que el dolor hubiese
remitido. Eloy se sentó junto a ella para hacerle compañía y comenzó a hablarle
en voz baja.
-
¿Sabes? Las esperas siempre se hacen más llevaderas cuando se
está acompañado, así que si quieres puedo estar contigo hasta que se te pase...
Marianne no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Aquél
nuevo amigo, al que acababa de conocer apenas unos días atrás, estaba pendiente
de ella, se interesaba por ella, y no pedía nada a cambio, “quizás porque aún
no sabe que no tiene nada que hacer conmigo”, pensó. Le extrañaba aquella
muestra de amistad puesto que –con excepción de su familia- las demás personas
que habían pasado por su vida desaparecían tan pronto le surgía a ella algún
problema. Los ojos verdes de Marianne se posaron en los ojos de Eloy,
pidiéndole sin palabras que siguiese allí junto a ella, que no la abandonase. Y
Eloy continuó hablándole:
-
¿Sabes? Hay mucha gente que te quiere. Tus padres siempre
están pendientes de ti, igual que tu abuela... –“¿cómo sabrá este que tengo
abuela?”, pensó Marianne- ...y también te quiere mucho tu hermano Nils...
Marianne pegó un respingo y exclamó:
-
¿Cómo sabes que tengo un hermano que se llama Nils?
-
He estado con él esta tarde.
A Marianne se le pasó de golpe el dolor, un poco porque el
analgésico estaba haciendo su efecto y un mucho porque Eloy había conseguido
que toda su atención dejase de centrarse en sí misma para centrarse en los
demás.
PD.- La pequeña cocina que había para los huéspedes de este hotel rural en donde se desarrolla esta escena de la novela.
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