En la novela "Castidad y rock and roll" https://amzn.to/3PyfLOH el protagonista que va narrando esta
historia de amor, aventura, música, viajes, intriga, etc., tiene la oportunidad
de conocer y establecer amistad con Eloy, un joven cantante ganador de un
concurso televisivo que ha alcanzado más fama aún que David Bisbal. Pero Eloy
es un chico muy peculiar, con una personalidad, llamémosla “a contracorriente”.
De hecho, cuando yo escribí esta novela, por la cual van desfilando diferentes
personajes, me sorprendió cómo a la hora de poner palabras en la boca de Eloy
no era yo quien las ponía, sino que era él mismo, mi personaje, quien tomaba la
palabra y me dictaba a mí lo que él quería decir. Y debo reconocer que esto no
me pasó con ninguno de los demás personajes, ni en esta novela ni en otras.
Por eso, me gusta recordar algunas de las cosas que dijo, y
quiero igualmente compartirlas con los demás. Esta fue una de las
conversaciones con que siempre nos sorprendía Eloy según lo cuenta el
protagonista que cuenta la historia:
“Ya en el postre, le comenté a Eloy:
-
Como ves, somos bastante diferentes. Para mí, Dios –que no sé
muy bien qué o quién es- es algo que puede estar por ahí pero no me afecta, en
cambio para ti Dios forma parte de tu vida.
Eloy me miró y sonriendo me dijo:
-
¿Quieres ver a Dios?
Me quedé sorprendido y le contesté:
-
¿Qué pasa, que está aquí?
-
Tengo una foto suya.
Nuevamente me sorprendió.
-
¿Una de esas estampitas de Jesús o de la Virgen? –le pregunté-
¿Eres de esos que llevan siempre en la cartera alguna estampita?
-
Sí, pero no es una estampita, es una imagen real, una
fotografía auténtica.
Eloy se echó mano al billetero y sacó una fotografía que me
mostró al tiempo que comentaba que siempre la llevaba con él. Me quedé
sorprendido al verla porque aquello era una fotografía real en la que se veían
los anillos de Saturno.
-
¿Esto? Es Saturno –le dije.
-
Es una fotografía reciente tomada por una satélite de la NASA.
Lo más importante está aquí, entre estos dos anillos. ¿Ves ese puntito blanco?
–me señaló un puntito blanco que aparecía entre dos anillos, aunque en realidad
todo el fondo negro de la fotografía mostraba el espacio lleno de puntitos como
ese, que sin duda eran otras estrellas o planetas- Ese puntito es la Tierra,
donde nosotros estamos ahora mismo, y puedes ver lo insignificante que es. Si
tienes esto siempre presente, te darás cuenta que nosotros, nuestro “yo”, no es
sino una insignificante mota de polvo y que todas esas cosas a las que damos
tanta importancia no valen absolutamente nada. Ver esta foto es una cura de
humildad que nos recuerda la grandeza de Dios y lo insignificante de nuestras
miserias.
La fotografía y las palabras de Eloy lograron su objetivo y
me hicieron reflexionar sobre mis errores, sobre mi egoísmo. Siempre había
estado pensando en mí mismo, no en los demás ni en la gente a la que
aparentemente quería. Ese querer a los demás era siempre en función de mí
mismo, de lo que yo sintiese. No me preocupé nunca por conocer lo que sentían
los demás y sólo buscaba que la ínter actuación de unos seres con otros me
resultase satisfactoria a mí. Existía, efectivamente, otra visión del mundo que
nunca antes había contemplado, y aquél mocoso estaba ahí, con una seguridad y
confianza pasmosa, mostrándome las cosas más elementales que cualquier persona
debería conocer pero que el hecho de pensar sólo en la propia satisfacción de
uno impedía reconocer”.
PD.- La imagen que ilustra este post es –precisamente- la
foto que llevaba Eloy en su cartera. Fue tomada por la sonda Cassini, y ese
puntito diminuto e insignificante que se ve abajo a la derecha, es la Tierra.
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