La Organización Nacional de Trasplantes ha sido ampliamente galardonada, elogiada y admirada por todos. Su cabeza visible, Rafael Matesanz, ha recibido con merecimiento, todos los honores y homenajes posibles por la inmensa labor que realiza esta organización. Cirujanos especializados en trasplantes han copado los máximos espacios en los medios de comunicación y han recibido numerosos galardones y reconocimientos. Las organizaciones encargadas de recoger y trasladar los órganos para llevarlos en un tiempo record a su destino y hacer posibles esos trasplantes, han recibido igualmente numerosos premios. Los anónimos donantes, cuyos órganos han salvado o prolongado la vida de muchas otras personas, han recibido el agradecimiento de tantas personas... pero en todo esto hay unos héroes olvidados de quienes nadie habla, unos héroes sin los cuales todo lo anterior no hubiera sido posible.
¿Sabéis quién? Los laboratorios farmacéuticos que han invertido años y millones de euros en investigar, descubrir, desarrollar, fabricar y comercializar los medicamentos inmunosupresores, esos fármacos sin los cuales no se hubiera podido realizar ni un solo trasplante. Habéis leído bien: sin los laboratorios farmacéuticos que han puesto a disposición de todos nosotros esos medicamentos no se hubiera podido realizar ningún trasplante, ni uno solo. ¿Y quién se lo agradece o al menos se lo reconoce? Nadie. A los laboratorios sólo los nombran para atacarlos, nunca para reconocer su inmensa labor en favor de la sociedad. ¿Que buscan beneficio? Pues claro, igual que los productores de leche, de carne, de automóviles, de empresas de transporte... de médicos (que si no ganasen dinero no podrían vivir).
Por eso, desde aquí, quiero rendir público homenaje a todos los laboratorios investigadores, y de paso darles una colleja a sus directivos por no saber comunicar a la sociedad todo lo que hacen de bien por los ciudadanos.
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