Al
igual que en una película hay eso que se llama “reparto”, es decir, la relación
de actores que intervienen en la misma, y hay también toda una serie de
escenarios y decorados, también en los sueños los hay.
Los
escenarios y decorados se construyen con retazos de escenas y vivencias que has
tenido durante el día (estos constituyen la mayor parte de los escenarios y
decorados del sueño que tendrás esa noche), pero también con elementos
anteriores, de hace más tiempo… e incluso de vidas pasadas. En cuanto a los
“actores” te encontrarás con personas que han tenido presencia ese día o los
días precedentes, pero también puede haber “actores invitados” tales como
familiares y/o amigos fallecidos, anfitriones espirituales, maestros cósmicos,
seres angélicos, etc.
Si
tú te adentras –aunque sólo sea levemente- en el conocimiento de los sueños
(tal como estás haciendo ahora mismo) todo te resultará más familiar y podrás
tomar tú mismo el papel de “director” y dirigir el sueño en la dirección que
desees, porque con mucha frecuencia te darás cuenta de que estás soñando (serás
consciente de que estás durmiendo y estás soñando) y en ese `preciso momento
tendrás la facultad de tomar las riendas del sueño.
En
algunas ocasiones, esos sueños te parecerán más reales que la propia vida;
estarás alcanzando un nivel superior para pasar a disfrutar de un sueño místico.
En ellos experimentarás una indescriptible sensación de bienestar interior, paz
espiritual, paz profunda e incluso comunión espiritual con el todo.
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
Hablando
como estamos hablando de los sueños e incluso de los viajes astrales a mundos
maravillosos, parece que nos olvidamos que también existen las “pesadillas”.
“Así que no todo es tan bonito, también el mal está por ahí”, me dirás. Pero
resulta que el mal, ese que dices, es una ínfima parte del universo y esa parte
que te puede asaltar alguna noche está más en ti que fuera de ti. Me explicaré:
Aunque todas las personas podemos padecer pesadillas (una mala digestión es con
frecuencia causa de eso) quienes las padecen con más frecuencia son aquellas
personas proclives a ello, es decir, aquellas que a lo largo del día se
muestran permeables a las influencias negativas que circulan por el exterior.
Esas personas que no son capaces de “blindarse” ante noticias negativas de la
televisión, mensajes negativos de las redes sociales, presencia o convivencia
con personas negativas y/o desagradables, etc. quedan “heridas” por esas
vibraciones negativas y esto repercute negativamente en su salud psíquica y al
llegar la noche se convierten en material idóneo para pesadillas. Por el
contrario, si logras abstraerte, no dejarte influenciar por ese negativo que
hay en el exterior y procuras por el contrario rodearte de positivo, mejorará
tu vida psíquica y disfrutarás de sueños placenteros por las noches.
Según
cuentan, el alma se eleva por las noches hacia otras regiones y entra en
contacto con otras dimensiones y según sea la pureza de este alma, pasará de
largo las “regiones del astral bajo” y alcanzará las “regiones sagradas”.
Toda
la energía positiva que seas capaz de acumular durante el día, como si fueses
una pila que se recarga, te dará la fuerza necesaria para superar esas barreras
y alcanzar tus metas tanto durante la vigilia como también durante tus sueños.
Las
enseñanzas que podemos sacar de esto son bien claras:
1-
Procura
ver en televisión sólo los programas positivos, aquellos que te generen
bienestar. De los demás… para eso está el zapping.
2-
Relaciónate
en redes sociales con personas afines que tengan el mismo espíritu positivo que
tú; a las demás, bloquéalas.
3-
En
tu círculo de familiares y amistades, convive sólo con los que te hagan sentirte
bien; a los otros, evítalos siempre que sea posible, y cuando no sea posible,
ponte la “coraza” para que su negativismo no te afecte.
4-
Cuando
ese negativismo suceda en un ambiente que no puedes evitar, como por ejemplo en
el trabajo, ponte la “coraza” y cumple con tus obligaciones de la mejor manera
posible sin “entrar al trapo” ni caer en complacencias. ¡Sé fuerte! ¡Mantén tu
personalidad!
5-
Cuando
te sucedan cosas negativas y/o desagradables (a todos nos pasa de vez en cuando)
busca siempre el lado positivo y, si a pesar de buscarlo no lo encuentras,
piensa en todas las cosas positivas que hay en tu vida, busca tantas como sean
necesarias para inclinar la balanza a tu favor.
6-
Concentra
tu esfuerzo en hacer todas aquellas cosas que te generen bienestar físico y
espiritual, y rodéate de las personas adecuadas.
Vicente
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cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
A
la hora de intentar analizar, comprender o interpretar un sueño ¿a qué
especialidad de las ciencias debemos acudir? A la neurología, por supuesto que
no.
La
neurología es la especialidad médica que se ocupa del estudio del sistema
nervioso, y de las enfermedades del cerebro, la médula, los nervios periféricos
y los músculos, es decir, una especialidad clínica por excelencia.
Por
lo tanto, como los sueños trascienden el mundo de lo físico, no tiene utilidad
alguna. Habrá que recurrir entonces a otra ciencia: la metafísica.
La
metafísica es la rama de la filosofía que estudia la estructura, componentes y
principios fundamentales de la realidad, es decir, la clarificación e
investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que comprendemos
el mundo, como entidad, ser, existencia, objeto, propiedad, relación,
causalidad, tiempo y espacio. Es decir, es una ciencia filosófica que tiene rigor
lógico y teórico y va más allá de lo físico en el estudio de las causas y los
orígenes.
Y
es que los sueños se nutren de la misma fuente que la meditación: el
subconsciente, y no olvidemos que el subconsciente es parte integral de la
Consciencia universal; por eso está dotado de un conocimiento ilimitado y un
poder que trasciende nuestros limitados cinco sentidos físicos.
Como
tú mismo habrás comprobado en múltiples ocasiones, los sueños se nutren del
subconsciente, el lugar en donde se almacenan los recuerdos y vivencias del
pasado, del presente y del futuro, por eso los sueños pueden sacar a la luz
episodios que tenías completamente olvidados así como episodios de algo que te
sucederá en el futuro (lo que llamamos “sueño premonitorio” en los que vives en
sueños algo que te va a suceder después).
Si
el sueño sólo fuese algo físico, no podría utilizar vivencias olvidadas ni
vivencias futuras.
Vicente
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Aquellas
personas que han pasado por una experiencia cercana a la muerte, eso que se conoce
como ECM, han contado después lo que vieron y sintieron. En tales casos, ¿de
qué sentidos se valieron para percibir aquello y luego contarlo? Porque nos
relatan cosas que sucedieron en el lugar donde “murieron” y resulta que en esas
condiciones de muerte clínica, sin funcionamiento del corazón, sin respiración
y sin actividad cerebral, sus sentidos no podían funcionar, y sin embargo lo
vieron y oyeron todo. Pero es que también nos relatan cosas que realmente
sucedieron en aquél momento pero en otros lugares distantes que era imposible
que pudieran verlo o siquiera conocerlo… y lo cuentan de forma detallada como
si hubieran estado presentes.
Y
esto nos lleva a reconocer que la consciencia subconsciente sobrevive a la
muerte, va unida a nuestro ser espiritual, y por lo tanto dispone de sentidos
de percepción diferentes a los cinco sentidos físicos y que son de carácter o
esencia enteramente psíquica o espiritual. La pena es que aquí en la Tierra, en
esta vida material que llevamos, no somos capaces de conocer ni de utilizar
esos sentidos, y sólo podemos utilizarlos de forma consciente cuando pasamos al
otro lado… aunque sea de forma momentánea y provisional como sucede en las
experiencias ECM en que después de aquella muerte clínica el paciente vuelve
milagrosamente a la vida.
Vicente
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otra novela te hará “sentir” como esta…
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Todas
las impresiones sensoriales que se van almacenando en nuestro cerebro,
constituyen el material con el que fabricamos los sueños. Pero sólo son eso,
ladrillos que utilizamos para su construcción. No tienen otra función, ni
utilidad, ni significado. En cualquier edificio que contemplemos, un simple
ladrillo no es más que eso, un simple ladrillo, sin embargo si contemplamos la
obra en sus conjunto descubriremos que se trata de una imponente catedral, o de
un original edificio de viviendas.
Al
intentar interpretar los sueños, al intentar descubrir qué significado hay
detrás de ellos, no hay que finarse en los ladrillos sino en el conjunto, en el
significado que ese conjunto nos ofrece.
Vicente
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“Lecturas
diferentes”: https://www.amazon.es/dp/B09QF2JQDC
El
ser humano es consciente de sí mismo, de su propia existencia como ser único e
individual, y lo hace, por así decirlo, ascendiendo a través de tres niveles:
físico, emotivo y mental.
A
los 4 meses de edad, el niño se da cuenta que no es lo mismo morder un juguete
que morderse un dedo. Aprende por experiencia
que su cuerpo es diferente de las cosas de su entorno. Es lo que se
llama en psicología, el nacimiento del “yo físico”.
Entre
los 15 y 24 meses, el niño toma consciencia de los estados emotivos y
diferencia a unos seres humanos de otros y unos estados de ánimo de otros,
reconociendo igualmente sus propios estados de ánimo (contento, hambriento,
cansado, con miedo, etc.).
De
los 2 a los 14 años, se produce el desarrollo mental. Comienza por reconocer
objetos, dar un nombre a cada uno de ellos y clasificarlos por categorías; después,
empieza a establecer relaciones entre los objetos, los acontecimientos y sus
causas. Poco a poco se va dando cuenta de que tiene la capacidad de pensar y
razonar.
A
partir de los 14 años, más o menos, se va alcanzando la madurez mental y se
toma plena consciencia de “sí mismo”.
Y
después de esta etapa ¿qué nos queda? ¿Es esa la última etapa, la de la madurez
mental y el reconocimiento del “sí mismo”? Pues no, hay otra etapa más pero
sólo algunas personas pueden llegar a alcanzarla y pueden hacerlo en plena
Juventus, en la edad adulta, en la madurez o en la senescencia… aquí no influye
la edad física sino la edad mental, el nivel intelectual, la educación recibida
y el entorno cultural y social en que esa persona se haya desarrollado a lo
largo de su vida. Esa última etapa es la identificación con nuestro “yo
divino”, es darse cuenta de que nuestra alma es en realidad una parte integral,
unida, al alma universal.
Vicente
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La
consciencia objetiva, a través de los sentidos físicos, nos permite conocer
nuestro entorno y envía esa información a nuestra memoria, lo que nos perite
ejecutar la reflexión y activar la imaginación. Es algo así como la base de
nuestro proceso cognitivo. La consciencia objetiva está regida por el cerebro y,
por lo tanto, también la poseen los animales, pero ¿cómo funciona?
Toda
la materia es vibración y esas vibraciones son las que llegan a nuestros
sentidos. Los sentidos transforman esas vibraciones en impulsos nervios que
llegan hasta nuestro cerebro y es aquí donde son transformados en imágenes o
sensaciones.
El
proceso es el mismo en seres humanos y animales, pero mientras que en los
animales este proceso es muy rudimentario, en los ser humanos la interpretación
que hace el cerebro de esos impulsos nerviosos recibidos es mucho más amplia y
sofisticada, y depende mucho del nivel intelectual de la persona, de la
educación que haya recibido, así como del entorno cultural y social en el que
esté inmersa dicha persona.
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La
consciencia subjetiva está ligada a nuestra actividad intelectual y es la que
diferencia a los seres humanos de los animales. Los animales perciben el mundo
exterior pero son incapaces de reflexionar sobre esas percepciones. Su campo de
experimentación está limitado a reacciones primarias frente a su entorno. Por
el contrario, los seres humanos, además de percibir nuestro entorno, podemos
reflexionar e incluso analizar nuestras propias reflexiones. Eso requiere un
nivel de abstracción que a nivel biológico se ha establecido que sucede entre
los doce y quince años, que es cuando se adquiere la suficiente madurez
neurológica para alcanzar ese nivel de abstracción.
La
consciencia subjetiva está dispone de tres facultades principales: la
reflexión, la memoria y la imaginación. Como las tres están inter relacionadas,
eso nos permite recordar el pasado, actuar en el presente y planificar el
futuro. Gracias a la memoria disponemos de un valioso archivo de conocimientos
y experiencias que nos han ido llegando tanto a través de nuestros sentidos
físicos como de los pensamientos y procesos intelectuales que pusimos en
funcionamiento cuando experimentamos aquello, y este archivo constituye la base
documental que utilizamos para la reflexión y el conocimiento del momento
presente.
La
reflexión es el enlace que une la memoria con la imaginación, facultad esta
última que nos sirve para prever el futuro.
Si
la conciencia subjetiva, de la que hablamos anteriormente forma parte de nuestra
identidad espiritual y es inmortal como nosotros, la consciencia subconsciente
depende del funcionamiento de nuestro cerebro y por lo tanto desaparece tras la
muerte cerebral.
Vicente
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Podríamos
considerar al subconsciente como la llave que nos permite acceder (de una forma
limitada, claro) al mundo espiritual. Aunque estemos presos en unos cuerpos
materiales y seamos esclavos de cinco sentidos físicos, también poseemos otros
sentidos espirituales y poseemos un espíritu que pervive a nuestro cuerpo.
El
subconsciente nos da esa fuerza espiritual necesaria para entrar en contacto
con la Consciencia universal. A través de la meditación, por ejemplo, somos
capaces de olvidarnos de todo nuestro entorno físico (incluido nuestro cuerpo)
y así, al despojarnos mentalmente de todas las ataduras materiales, dejamos
fluir nuestro espíritu para que entre en sintonía con la esencia espiritual
universal.
Como
nuestro subconsciente no es físico, sino espiritual, tiene muchas más
capacidades que las limitadas de nuestro cuerpo material. Así, es capaz de
guardar en su memoria todos los recuerdos de nuestra vida pasada, incluidos los
de nuestra infancia… e incluso también los de vidas pasadas. Esto explica por
qué en algunos sueños nos viene información de cosas de nuestro pasado que
teníamos completamente olvidadas.
Vicente
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santa desconocida”: https://www.amazon.es/dp/B08LNN58KN
Si
ya hemos visto cómo el subconsciente tiene un papel fundamental en nuestra vida
y es imprescindible para que nuestro cuerpo siga vivo, pero el subconsciente
también ejerce un papel significativo en el plano psíquico. Por ejemplo, en el
plano `psíquico, el subconsciente es el responsable de todas esas formas de
percepción extrasensorial, tales como la premonición, la clarividencia, la
telepatía, etc., es decir, sentidos que no son perceptibles por ninguno de
nuestros cinco sentidos habituales o sentidos físicos (tacto, olfato, gusto,
oído o vista) sino por nuestra parte espiritual.
Esto
quiere decir que si nuestro subconsciente utiliza otros sentidos diferentes a
los cinco habituales, nosotros tenemos más sentidos de esos cinco, sólo que no
sabemos utilizarlos… en realidad, ni siquiera sabemos que los tenemos.
De
vez en cuando, de forma muy esporádica, saltan chispazos a nuestra consciencia
que nos deberían demostrar que sí poseemos otros sentidos de carácter psíquico.
Por ejemplo, suena el teléfono y antes de cogerlo presentimos que es tal la
persona que nos está llamando, aunque no sea una llamada esperada. Otras veces
pensamos en alguien y luego nos enteramos que se alguien estuvo pensando en
nosotros ese mismo día a esa misma hora. Sin embargo, estos chispazos que deberían
ponernos en alerta de que existe algo más allá, los descartamos y los
catalogamos como una simple coincidencia, una casualidad sin importancia.
Pero
hay una cosa importante que debes aprender: Si cada vez que te sucede alguno de
estos chispazos, le prestas atención y al menos le atribuyes la posibilidad de
que sean fruto de tus otros sentidos (los psíquicos), esos que posees y no eres
consciente de ello, notarás cómo cada vez vas siendo consciente de más y más de
estos chispazos e irás entrando en un nuevo conocimiento (en un nuevo descubrimiento)
de tu propia existencia como ser humano… y espiritual.
Vicente
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santa desconocida”: https://www.amazon.es/dp/B08LNN58KN
En
el plano físico, el subconsciente dirige todas las funciones voluntarias del
cuerpo, aquellas que nos permiten realizar el acto de respirar (sin que
nosotros seamos conscientes de ello), o el latir del corazón (sin que
conscientemente influyamos en él), o el mantenimiento de la temperatura
corporal (imprescindible, como los anteriores, para la vida), así como todos
los procesos metabólicos. Sobre ninguno de esos actos ejercemos nuestra
voluntad, ellos funcionan solos y nos mantienen con vida, pero quien los dirige
y controla es esa parte de nuestro subconsciente que tiene bien grabados los
principios vitales que nos han traído hasta aquí: conservación de la vida y de
la especie.
Pero
ese control que nuestro subconsciente ejerce sobre las funciones vitales de nuestro
cuerpo, va más allá y también controla, por ejemplo, actos voluntarios tan
sencillos como mover un brazo para coger algún objeto. Si bien dicho movimiento
es fruto de nuestra voluntad consciente, para poder ejecutarlo se necesita la
función de músculos y nervios, y para que estos funcionen precisan energía, la
cual se la suministra nuestro organismo de forma automática, guiado por nuestro
subconsciente. Hasta para eso, es el subconsciente nuestro guardián, el que
mantiene con vida nuestro cuerpo. Nuestra voluntad ordena mover el brazo y la
mano para agarrar un objeto, pero nuestra voluntad no tiene capacidad para
ordenar a nuestro organismo que provea de la energía necesaria a esos nervios y
músculos que han de verse implicados en
tal acción.
Vicente
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“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
Hablar
con Dios no es repetir machaconamente una letanía de frases escritas por otros.
¿De verdad te crees que eso es hablar? ¿Te imaginas estar con un amigo y
ponerte a repetirle unas mismas frases una y otra vez, repetidas sin cesar, sin
prestar la más mínima atención a lo que tu amigo quiera decirte, sin ni
siquiera dejarle hablar? Pues eso es lo que hace mucha gente… y se están perdiendo
la verdadera y maravillosa sensación de hablar con Dios.
Porque
como lo han definido muchas personas que han vivido experiencias cercanas a la
muerte, “comunicarse con Dios es la experiencia más extraordinaria que se pueda
imaginar, pero al mismo tiempo es la más natural del mundo, porque Dios está
presente en todos nosotros en todo momento”.
Ya
ves, hablar con Dios no es hablar, es… escuchar. Es ponerse en disposición de
recibir sus mensajes y entrar en comunión espiritual con él; abstraerse de este
mundo material y, en ese estado de concentración y pasividad receptora,
dejarnos llevar para recibir sus mensajes. Y así nos comunicamos con Dios, sin
palabras, sólo con el pensamiento, en una conversación que sólo da comienzo
cuando somos capaces de olvidarnos de nosotros, de olvidarnos de todo y dejar
el campo limpio y abierto para que pueda “aterrizar” en nuestra conciencia. Y
cuando llega es cuando se experimenta esa maravillosa sensación de hablar con
nuestro mejor amigo y de sentir que formamos parte de ese todo que es la
creación.
Vicente
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“No
son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
Cuando
te pregunten si crees en Dios, lo primero que tendrías que responder es esto: “Defíneme
‘Dios’”.
Porque
para responder a una pregunta hay que saber qué es lo que nos están
preguntando. ¿De qué Dios me hablas? ¿De un seños con barba, sentado en una
nube y con bastante mal genio? Pues no, si es de ese dios del que me hablas, yo
no creo en él.
Siempre
tendemos a traer a nuestro mundo material todos los conceptos que nos presentan
y no es así. Hay que poner las cosas en su contexto. Y en este caso, Dios no es
una persona física sino una conciencia creadora que abarca todo lo creado, entre
ello, nosotros que –por lo tanto- formamos parte de Dios.
Pero
claro, para mentes que no quieren esforzarse resulta mucho más fácil
identificar a Dios con una persona y, en consecuencia, pasar olímpicamente de
él. En cambio, si intentamos aproximarnos a la comprensión de lo que es en
realidad (algo que nunca conseguiremos en este plano de existencia) estaremos
trabajando nuestro intelecto, nuestra razón, y esa es la misión que tenemos
encomendada: trabajar, no sólo físicamente en este mundo sino también el mundo espiritual
del que formamos parte. Eso también hay que trabajarlo. No lo olvides.
Vicente
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“No
son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
Durante
nuestra existencia en la Tierra estamos acostumbrados a viajar de una forma
completamente lineal: Vamos de un sitio a otro siguiendo una línea, bien sea la
que marcamos con nuestros pasos, la de la carretera, la del ferrocarril, la del
barco o la del avión. Siempre vamos en línea, aunque dicha línea haga curvas de
vez en cuando pero, al fin y al cabo, sigue siendo una línea. Por eso resulta
difícil explicar y comprender cómo es la forma de viajar que experimentamos
cuando llegamos al otro lado.
Lo
primero que hay que decir es que en ese viaje somos seres individuales que
tenemos la percepción de las cosas tal como la tenemos aquí… pero al mismo
tiempo nos sentimos identificados con el universo, con el todo. Estamos aquí y
allí al mismo tiempo, experimentando la unidad absoluta a pesar de ser capaces
de ver detalles como los vemos aquí.
Y
dicho esto, comienza el viaje. Entonces nos damos cuenta que no “vamos” a
ningún sitio, sino que vamos “creciendo”, ampliándonos y abarcando cada vez más
con nuestra conciencia.
En
las películas de viajes espaciales vemos cómo las naves interestelares se van
acercando a otros mundo y estos van pasando a nuestro lado. Aquí, en este viaje
que nos espera, los vamos abarcando, nos vamos haciendo tan grandes que abarcamos cada vez más parte del universo y lo vamos integrando en nosotros
mismos. Y este crecimiento no se hace tampoco en forma lineal sino que se hace
al mismo tiempo en todas direcciones, como una esfera que cada vez se fuese
haciendo más grande. Eso es nuestra consciencia, nuestra alma, nuestra
identidad espiritual o como quieras llamarlo.
Pero,
con todo, lo más maravilloso de este viaje, es que nos sentimos uno con el
universo. Así lo explicaba el Dr. Eben Alexander tras experimentar un ECM
(encuentro cercano con la muerte): “La disolución de los límites entre mi
percepción y el reino que me rodeaba era a veces tan grande que me transformaba
en universo entero”.
Vicente
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“No
son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
En
algún sitio leí que el cielo es un estado diferente para cada uno, en función
de lo que espera de él, y que –por ejemplo- esas beatas que se pasan el día
rezando a los santos y no hacen esfuerzo por conocer las verdades sino que
aceptan todo lo que se les dice, van a parar al cielo… sí, pero a un cielo
aburrido.
Pero
tú puedes elegir porque afortunadamente al otro lado sí que existe el humor, el
buen humor. Puedes ver ejemplos muy claros d esto en el libro “No son
coincidencias” (Vicente Fisac, Amazon), ejemplos reales que te demuestran cómo
al otro lado tienen un magnífico sentido del humor.
Y
la verdad es que eso del buen humor es lo que más me anima a la hora de ir al
otro lado.
Se
dice que la risa y la ironía son los medios que utiliza nuestro corazón para
recordarnos que no somos prisioneros en este mundo, sino viajeros de paso. Porque
la risa y el sentido del humor no son sólo herramientas para paliar el dolor y
el sufrimiento sino que como dice el doctor Eben Alexander (quien vivió una
experiencia cercana a la muerte) “estas cualidades representan momentos de lucidez
–breves como destellos, pero esenciales- en los que reconocemos que, sean
cuales sean nuestros trabajos y pesares en este mundo, no pueden llegar a tocar
a los seres eternos, mucho más grandes, que somos nosotros en realidad”.
Estoy
totalmente de acuerdo. Habiendo buen humor y risas al otro lado, el cielo sí
que es un paraíso.
Vicente
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has leído esto, no ha sido por casualidad…
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son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
Siempre
nos hablan del otro lado como de un mundo maravilloso, de paz y amor, de luz y
alegría, de reencuentro con seres queridos, de dicha absoluta sin la más mínima
presencia de sufrimiento… Siendo así, ¿quién no querría verlo?
Claro
que estamos tan apegados a este mundo material que diríamos algo así como “yo
quiero verlo, pero solo un ratito y luego sigo aquí”. Total, que o entras en
muerte clínica y parada cerebral para volver luego a la vida y contarnos lo que
has visto y vivido al otro lado, o no hay nada que hacer. ¿O sí?
La
respuesta es que no es imprescindible el pasar por tan dramática experiencia pero
sí que hay que trabajar para conseguir vislumbrar ese otro lado.
Para
empezar puedes leer libros, asistir a conferencias sobre este tema, informarte,
documentarte… y después de todo, esto, al final del día, dedicar un rato a la
meditación, adéntrate en tu propia conciencia para acceder a esta realidad.
No
piense que es una fórmula mágica, que vas a conseguirlo el primer día. Todo
fruto es el resultado del trabajo, del crecimiento, y en este caso… del
crecimiento espiritual de nosotros como seres humanos.
Vicente
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buscas una novela diferente… esta no te dejará indiferente:
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Cuando
estemos en el otro lado ¿cómo será nuestra comprensión de todo? ¿Habrá
lenguaje? ¿Hablaremos? ¿Tendremos cuerpo, cara, brazos y piernas? ¿Podremos
movernos? ¿Conservaremos nuestros cinco sentidos?
Todo
esto es muy difícil de comprender, pero no porque nadie que haya estado allí
haya vuelto para contarlo (porque esto sí que ha sucedido miles de veces) sino
porque no tenemos en nuestro lenguaje palabras para explicarlo.
En
el otro lado, podemos ver, pero ver es saber, es conocimiento. NO hay
distinción entre experimentar algo y comprenderlo.
Lo
más parecido que podemos encontrar se da en nuestros sueños, cuando podemos
estar en varios sitios al mismo tiempo, cuando podemos ir hacia adelante y
hacia atrás en el tiempo, cuando podemos tocar y sentir las cosas, cuando
podemos volar y desplazarnos de forma instantánea a cualquier parte, cuando nos
comunicamos sin necesidad de hablar. Cuando nos vemos a nosotros mismos y a los
seres queridos con la imagen que teníamos en cualquier otra época de nuestra
vida, aquella que fuese más identificable para nosotros…
Es
un estado que no se puede definir con palabras, sólo podemos aproximarnos muy
ligeramente a través de estos ejemplos…
Vicente
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Estamos
en un universo que vemos, pero no estamos solos, hay otros muchos universos,
otros muchos estados materiales y espirituales y todos están en el mismo sitio;
lo que pasa es que no somos conscientes de los otros porque no somos capaces de
percibir sus vibraciones. Estamos limitados por nuestros sentidos corporales y
no somos capaces de percibir esas otras dimensiones cuya existencia se ha
demostrado la física cuántica.
Para
comprender esas otras dimensiones hay que acercarse a ellas, hay que abrir la
mente para intentar sintonizarnos con esa otra realidad. No se trata de salir a
investigar, sino de ponerse en disposición de “escuchar” y sentir esos otros
universos que están aquí mismo, íntimamente entrelazados con el nuestro. Esos
otros universos no están lejos de nosotros, están aquí mismo, sólo que en unas
frecuencias que no somos capaces de percibir.
No
olvidemos que nosotros mismos y todo nuestro mundo material no es otra cosa que
“vibraciones” y hasta el más sólido bloque de acero es vibración que podrían
atravesarse si fuésemos capaces de “entrar” a través de sus rendijas. Es como
un ventilador que está en marcha. Parece un disco sólido porque si intentamos
colar un papel entre sus aspas, ese papel será inmediatamente despedido o
despedazado, pero entre aspa y aspa hay un hueco y si fuésemos capaces de colar
el papel entre una y otra aspa a una velocidad mayor que la velocidad de esas
aspas, lo pasaríamos al otro lado sin ningún problema. Es como si pusiésemos el
ventilador en cámara superlenta y nosotros actuásemos en cámara rápida.
Vicente
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Todos
sabemos, por todos los ensayos clínicos que se realizan con medicamentos, que
un comprimido de una sustancia inerte, sin ningún efecto ni positivo ni
negativo, es decir, como si se tomase una gota de agua, es capaz de curar
enfermedades y eliminar síntomas de las mismas… cuando quien lo toma se cree
que está tomando una medicina de verdad que va a curar esos síntomas y/o esa
enfermedad. Este efecto placebo acepta habitualmente a un 10 por ciento de los
pacientes, no a todos, pero en ocasiones afecta hasta un 30 por ciento de los
pacientes.
¿Y
qué hace la ciencia médica? Pues considera que esto es un “inconveniente”, una
“molestia”, una “contrariedad”, y por eso se comparan todos los medicamentos
con placebo y sólo cuando los medicamentos estudiados consiguen superar significativamente
el efecto placebo, se considera que son útiles.
Esa
es la mirada que la Medicina hace sobre el efecto placebo. No se les ocurre
investigar por qué el poder de la mente, la fe, la creencia en que esa píldora
mágica (que no es nada) es capaz de curar enfermedades y síntomas. La Medicina
desprecia el poder de la fe y su capacidad de influir en nuestro estado de salud
en vez de investigar sobre ello que, a fin de cuentas, tan importante es para combatir
la enfermedad y sus síntomas.
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“La
Comunicación en Medicina”: https://amzn.eu/d/hjFKPvP
Desde
los albores de la Humanidad, el ser humano se ha hecho una serie de preguntas
fundamentales, preguntas sobre Dios, el alma, la vida después de la muerte, la
reencarnación, el libre albedrío… y sin embargo, en la época actual, está mal
visto hablar de esto y cualquier intento por hacerlo, sencillamente se ignora.
Cada vez que alguien saca este tema en un medio de comunicación, un tropel de
tertulianos acabará ridiculizándolo y desvirtuando sin el más mínimo rigor,
ignorando cuantas evidencias a favor de su existencia pudieran presentarse.
Pero más normal es que ni siquiera se le dé cabida en los medios de comunicación
a estos temas, salvo en contados programas dedicados al “misterio”, porque así,
acotándolo en ese cajón del “misterio”, queda como una cosa secundaria que no
tiene por qué influir en nuestras aborregadas vidas.
Hay
fenómenos como la visión remota, la percepción extrasensorial, la telepatía, la
precognición, la telequinesis, etc. que existen y están sobradamente
demostrados; pero también estos fenómenos se meten en el cajón del “misterio”
para dejarlos como asuntos menores.
La
sociedad (los poderes que gobiernan a los ciudadanos) nos obligan a adoptar la
postura del avestruz: esconder la cabeza e ignorar todo aquello que puede poner
en jaque a nuestras creencias (es decir, a las creencias que nos han sido
impuestas).
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
Si
has leído esto, no ha sido por casualidad…
“No
son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
"Normalmente
nos consideramos a nosotros mismos como el centro del universo y pensamos que
los demás deben pensar y actuar tal como lo hacemos nosotros. Y no es así; cada
uno es único y diferente… y cada uno debe seguir su propio camino".