martes, 8 de octubre de 2024

Una experiencia psíquica real: Entrelazamiento cuántico (6/6)

Durante mi experiencia de 11 minutos de “entrelazamiento cuántico” (no era un “sueño” como ya he explicado anteriormente) mantuve una conversación con ese ser que fue respondiendo a mis preguntas y contándome muchas cosas. Lo que he transcrito en las entregas anteriores sólo es una ínfima parte porque, como es bien sabido, al despertar se olvida casi todo por más que uno se esfuerce en escribirlo nada más levantarse.
 
Decir, en primer lugar, que la presencia de ese ser no causaba temor sino todo lo contrario, era una presencia no física, ni tenía forma visible ni pude identificar su cara, aunque se percibía su “humanidad”, y no sabría decir si era hombre o mujer, porque estos términos sólo se dan en nuestro mundo terrenal. Lo que irradiaba este ser era un gran amor, una gran comprensión y compasión por nuestra limitada percepción de la realidad, y estando en su presencia se respiraba un clima de paz y felicidad difícilmente alcanzable en nuestro mundo material.
 
¿Cómo hablábamos? Por la mente. No usábamos la boca, sólo el pensamiento y este nos transmitía con toda claridad el mensaje. Curiosamente, en una parte de esta experiencia, me veía a mí mismo intentando hablar y entender otros idiomas y sólo conseguía hacerlo cuando cerraba los ojos y me concentraba haciéndome receptor de lo que querían decirme. Era en ese estado de concentración y de dejar la percepción abierta cuando conseguía escuchar a quien me hablaba y entonces lo escuchaba y entendía claramente en ese idioma mental.
 
Yo era a la vez protagonista y espectador de esta experiencia. Me veía a mí mismo en la historia que se sucedía como un espectador de lujo, pero al mismo tiempo era consciente de estar viviendo esos acontecimientos en primera persona. Esta dualidad, desdoblamiento de personalidad, también se daba en el tiempo, porque era capaz de ir hacia adelante y hacia atrás en la historia que sucedía. Y todo ello era auténticamente real, más real que la vida que sentimos cuando estamos despiertos, con color, sonidos, aromas y todo tipo de sensaciones. Y a ese personaje que me contaba cosas, y al que hacía preguntas y me respondía, lo sentía cerca como cuando estás hablando con alguien y notas la vibración de su cuerpo cerca del tuyo.
 
¿Cuánto tiempo duró la experiencia? Analizando el análisis de lo que fue esa noche, todo eso sucedió justo antes de despertar, es decir, durante los 11 minutos anteriores al despertar, lo que se correspondía según el gráfico de análisis del sueño, con una fase de sueño profundo, es decir, la fase en que no se tienen sueños. Pero en cuanto a su duración diría que duró mucho más de esos 11 minutos del gráfico, aunque no sabría decir cuánto porque precisamente ene se estado no tiene ninguna relevancia el tiempo. Como tampoco la tiene el espacio. Porque yo podía “viajar” hacia adelante y hacia atrás en la percepción de esta experiencia, e incluso repetir alguna secuencia de la misma. Igual que cuando hojeas un libro puedes pasar páginas hacia adelante y hacia atrás, también aquí podías ir hacia adelante, hacia atrás, fijarte en un párrafo determinado y luego saltar hacia adelante o hacia atrás de nuevo.
 
Ya hemos dicho que todo es uno, que somos parte del todo, que no hay tiempo ni espacio. Y eso lo viví en esta experiencia.
 
Sólo me queda una cosa más por añadir: ¿Sabéis una cosa? Me dio muchísima rabia despertar, porque yo hubiera querido continuar allí, en aquél estado de paz, de felicidad y de aprendizaje mucho más tiempo, toda la eternidad, aunque al despertar comprendí que tenía algo pendiente que hacer, empezando por contarlo a los demás.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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