En el presente libro he recogido mis primeros pasos como
escritor con la suerte de haber conservado algunos de mis primeros escritos.
Ese deseo de ser escritor se despertó en mí a muy temprana edad, y digo
temprana porque a los siete años ya había escrito mi primera “novela” (en
realidad, un pequeño relato que se ofrece en el segundo capítulo). Años más
tarde, ya en el colegio, disfrutaba cada vez que nos mandaban hacer
redacciones, tanto es así que desperté la atención del profesor de Literatura
y, desde aquél momento, me dedicó parte de su tiempo libre a instruirme en esos
primeros pasos como escritor. Unos años más tarde, en los primeros años de
juventud, otro profesor descubrió que me gustaba escribir poesía (él también
era poeta) y se convirtió en mi maestro y guía en esa época turbulenta que es
la juventud y los primeros amoríos.
Al empezar la carrera de Publicidad dejé atrás el soporte
de aquellos maestros, aunque conservaba intactas todas sus enseñanzas, y como
siempre, la redacción (en este caso Redacción Publicitaria, que así se llamaba
la asignatura) fue mi favorita. Era consciente que la poesía no da de comer
(salvo casos excepcionales), y que intentar vivir de lo se gana como escritor
es un calvario que pocas veces tiene final feliz. Por eso me fui a lo práctico:
la redacción y creación publicitaria sí daban dinero y a eso me dedicaría.
Muy pronto empecé a trabajar (a los 22 años) y muy pronto
me casé (el mismo día que cumplía 23 años). Tenía un trabajo que me permitía
desarrollar mi creatividad y escribir, aunque lo que escribía era el texto de
folletos publicitarios de medicamentos, informes, manuales de formación, guías
de entrenamiento para visitadores médicos… Pero había conseguido lo que me
propuse: dedicarme a escribir y vivir bien gracias a ello. Sin embargo aún me
quedaba mucho camino por recorrer.
Tras unos años en aquél mi primer laboratorio
farmacéutico, tuve un paso esporádico –apenas unos meses- en una agencia de
publicidad tras lo cual me contrataron en otro laboratorio, y sólo unos meses
después me volvieron a fichar en otro laboratorio. Cada vez tenía más
responsabilidad (también más sueldo) y sobre todo más libertad y medios para
desarrollar mi creatividad y escribir textos en el ámbito del sector
farmacéutico; pero también tenía tiempo libre y lo dedicaba a veces a escribir
poesía o algún relato por el simple placer de hacerlo. En definitiva, los
escritos profesionales me daban dinero, y la poesía que escribía en mis ratos
libres me daba satisfacción personal.
Me planteé entonces dar un giro a mi carrera y me
ficharon en una gran empresa del sector agroquímico. Ya no escribiría folletos
y manuales de medicamentos, ahora lo haría de productos para el control de
plagas, enfermedades y malas hierbas que atacan los cultivos. Pero esta era una
empresa líder, con grandes recursos, y extendí el campo de mi redacción
profesional a cuñas y programas de radio y audiovisuales. Y aún había campo
para más… y me adentré en el periodismo, instaurando un Gabinete de Prensa (que
hasta entonces no existía en la compañía) el cual me permitió escribir notas de
prensa (en realidad siempre las escribí como noticias periodísticas para que
los periodistas receptores de las mismas las publicasen tal cual en sus
medios).
Como aquella era una multinacional presente en muchos
sectores, también estaba presente en el sector farmacéutico, así que –ante un
importante cambio que se iba a producir en el grupo- me llamaron para que me
incorporase a la división farmacéutica, conocedores como eran de mi anterior
experiencia en el sector farmacéutico y de mis habilidades como periodista para
hacer llegar a los medios de comunicación las noticias de mi empresa.
Precisamente aquella iniciativa mía, la de instaurar un Gabinete de Prensa,
sería la que me abriría mi mejor y más satisfactoria etapa profesional: ya no
escribiría más textos publicitarios ni informes ni manuales… a partir de ese
momento me dedicaría única y exclusivamente a trabajar como periodista, como
máximo responsable de la Comunicación en esa compañía.
A partir de ese momento pude dar rienda suelta al
escritor que llevaba dentro y que hasta entonces se tenía que contentar con
esos pequeños textos publicitarios o con los textos un poco más extensos de los
manuales de formación e información para el resto de empleados. Como
responsable de la Comunicación me dedicaba a buscar todas aquellas
informaciones de la empresa y del grupo al que pertenecía, que pudieran tener
interés periodístico. Después, convertía esa información en noticias de interés
para el público general. Y finalmente las enviaba a los medios de comunicación para
que las publicasen. Pero eso no era todo; también mantenía contacto diario con
periodistas de diferentes medios de comunicación, organizaba viajes nacionales
e internacionales con periodistas para cubrir eventos, organizaba ruedas de
prensa, sesiones y cursos de formación para periodistas y para portavoces,
escribía con regularidad artículos que enviaba y se publicaban en muchas
revistas del sector, escribí –incluso- un libro sobre la historia de la
compañía… y edité dos revistas, una trimestral y otra mensual. Con relación a
esto último hay que aclarar que esas revistas no eran como las clásicas
“revistas de empresa” que edita cualquier gran organización, algo así como “la
voz de su amo”, en donde todo lo que se escribe es para ensalzar las virtudes de
la compañía, de sus productos y de sus directivos; por el contrario, yo tenía
libertad y criterio suficiente para dar a las informaciones un enfoque y estilo
periodístico capaz de interesar a los lectores.
La compañía siguió creciendo, hubo una fusión y se
convirtió en la tercera más grande del mundo. Y allí estaba yo como máximo
responsable de Comunicación escribiendo constantemente todo lo que se me
ocurría, pero nunca en plan de autobombo que es lo que se estila en las
empresas, sino en plan auténticamente periodístico. Y como un paso más, puse en
marcha un diario digital de información sanitaria que llegó a ser el segundo
más leído de España.
Cuando después de 24 años en este grupo multinacional
tuve que dejar el mismo, afronté la última etapa de mi carrera profesional como
responsable de prensa en la organización que agrupa a todos los médicos
españoles y ahí añadí a mis experiencias previas la de escribir discursos y
artículos, aunque en esta ocasión quien los pronunciaba y firmaba luego era el
presidente. Pero también tuve ocasión de poner en marcha otro diario digital y
seguir escribiendo artículos y reportajes propios.
Haciendo un balance de mi trayectoria profesional, puedo
sentirme enormemente satisfecho de haber trabajado en lo que más me gustaba y
encima haber cobrado un buen sueldo, haber viajado por toda Europa, haber
formado parte de equipos de comunicadores nacionales e internacionales y haber
intercambiado con ellos ideas y experiencias.
Si me hubiese quedado con la idea fija de vivir de la
poesía, me habría muerto de hambre. Si me hubiera empeñado en ser escritor
buscando alguna editorial que me publicase, me hubiera desesperado y
seguramente –porque a la extrema dificultad de esta tarea se añade una
inestimable cantidad de suerte- no hubiera alcanzado el éxito que deseaba. Sin
embargo, la Publicidad primero, y el Periodismo después, me permitieron
disfrutar escribiendo noticias, reportajes, artículos, editoriales, discursos,
libros, etc. con un salario y un reconocimiento profesional del que me siento
honrado y agradecido.
Ahora, disfrutando ya de la jubilación, puedo recuperar
muchos de aquellos escritos que realicé a lo largo de mi vida y reunirlos –como
en este caso- en un libro para dar a conocer cómo son esos primeros años en que
un niño, un adolescente y un joven, sueña con ser escritor. Ese es, en
realidad, el único valor de este libro: la enseñanza, el poder ver cómo
evoluciona un escritor en ciernes en esos primeros pasos.
Porque después, he seguido escribiendo y ha abarcado multitud
de géneros a lo largo de mi trayectoria profesional: novela, historia,
biografía, poesía, teatro, humor, comunicación, medicina, ensayo, divulgación
científica… Todos esos libros que he escrito y que seguiré escribiendo mientras
tenga vida y lucidez para ello, se van incorporando a Amazon para que sus
ediciones en eBook y en papel puedan estar al alcance de cualquier lector
interesado en cualquier parte del mundo.
Pasemos, ahora, pues, a ver cómo fueron esos principios,
esos primeros años en que comencé a escribir siendo un niño…
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