Todos conocemos qué es eso de las fusiones de empresa y muchos
de nosotros las hemos padecido, en unas ocasiones para bien y en otras para
mal; pero ¿pueden fusionarse las personas? Quizás penséis en el tema sexual y
digáis que sí puede haber fusión, que gracias a esa fusión la especie se
perpetúa y sus integrantes disfrutan, pero no es exactamente de eso de lo que
quiero hablar sino de una distinta fusión de personas que tuve ocasión de
conocer. Una fusión, por cierto, que tuvo lugar en un viaje de novios... ¿pero
no habíamos quedado en que no tenía nada que ver con la vida sexual?
Tranquilos, narremos los hechos...
Nuestros dos protagonistas trabajaban como Visitadores
médicos, él en un laboratorio y ella en otro; pro como la mayoría de los
Visitadores no eran rivales (aunque ambos compitiesen por conseguir de esos
médicos el mayor número de recetas para sus productos) sino colegas de
profesión. Por eso, entre los Visitadores, sean del laboratorio que sean, suele
existir cordialidad y compañerismo, sobre todo porque todos ellos tienen que
soportar las presiones de los jefes de sus respectivos laboratorios, las largas
horas de espera para que algunos médicos les atiendan, las duras negociaciones
con mayoristas para que hagan el mayor pedido posible de sus productos, la
insufrible burocracia a la que les obligan desde la central, el trato
indiferente o ingrato de algunos médicos, etc.
En el caso que nos ocupa, él y ella llevaron ese
compañerismo a un nivel superior y se enamoraron. La cosa fue bien y un buen
día se casaron y se fueron de viaje de novios al Caribe. Apenas llevaban allí
un par de días cuando recibieron una llamada dándoles la enhorabuena por
haberse casado por segunda vez. “¿Cómo dices?", respondieron atónitos, puesto
que aquél era su primer matrimonio y esperaban que les durase toda la vida.
Entonces, el que les llamaba desde Madrid les dio la noticia. Él trabajaba en
el laboratorio Astra y ella trabajaba en el laboratorio Zéneca, y estos dos
laboratorios acababan de anunciar su fusión. A partir de entonces nada pudo
separar esa doble unión, la del amor que los había unido en matrimonio y la del
mercado que había unido en una sola compañía aquellas dos empresas.
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