Mi primera actuación ante el público tuvo lugar cuando tan
sólo tenía tres años. Tan pequeño era que no me acuerdo absolutamente de nada y
si no fuese porque mis familiares me lo han recordado muchas veces no tendría
memoria de ello. Sucedió en una reunión familiar. Al llegar la sobremesa, me
dijeron que les contase un chiste y... les conté el único que me sabía a tan
corta edad.
Con gran aplomo me situé frente a ellos, que miraban con
expectación qué chiste les iba a contar. Entonces les dije: “Chiiiiiisssss....
té!”. Y... sí, ya sé que no tiene gracia, pero hubo muchos que se rieron...
sobre todo aquellos que estaban en segunda fila. Lo que tuvo gracia (para los
de la segunda fila) fue que el “Chiiiiiiissss...” fue acompañado de una salva de
perdigones de saliva que los mojó como si del hisopo del cura se tratara.
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