sábado, 31 de diciembre de 2016

Una corbata de cerditos

Jon Symonds era un joven y prometedor economista que fue nombrado director financiero del gran grupo farmacéutico multinacional británico Zéneca y después, del tercer laboratorio farmacéutico más importante del mundo, AstraZéneca. Aunque ya pasaba de los 40 años era el más joven, con diferencia, de todo el cuadro directivo. La primera vez que coincidí con él fue en la presentación de los resultados económicos de la compañía en Londres, a donde acudí con un grupo de periodistas españoles. Tras la correspondiente rueda de prensa se celebró a continuación un cóctel en donde me lo presentaron y pude comprobar que era igual de “accesible y normal” (algo extremadamente raro de encontrar entre los grandes directivos de las grandes compañías) que los demás miembros de su equipo. Con todo, lo que más nos llamó la atención cuando estuvimos conversando con él no fue su juventud ni su trato afable y cercano, sino... su corbata de cerditos. Para tal acontecimiento (el más importante de la compañía de cuantos se celebraban con los medios de comunicación) eligió una alegre corbata llena de sonrosados cerditos similares al famoso Porky. El propio director ejecutivo, Tom McKillop se unió al grupo y bromeó respecto a tal corbata. Pero ¿qué tiene de especial que un gran directivo se ponga para tal acontecimiento una corbata completamente alegre e infantil? Pues tiene de especial precisamente eso, que no es lo habitual encontrar personas con un alto cargo y más alto sueldo aún, que disfruten de la compañía y conversación de gente normal. Por eso traigo aquí este pequeño relato, con la esperanza de que su ejemplo sirva para que más gente “importante” se de cuenta que lo más importante es –curiosamente- todo lo contrario: la normalidad.

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