Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua,
“Navidad” es “la festividad anual en la que se conmemora el nacimiento de
Jesucristo en el mundo cristiano”.
Según la Wikipedia (órgano con el que los poderes que gobiernan
el mundo tratan de decirnos qué debemos creer) su definición es muy similar:
“una de las festividades más importantes del cristianismo que conmemora el
nacimiento de Jesucristo”.
Como se ve, ambas fuentes de información coinciden en lo
mismo. Por eso es de extrañar que todos se apunten al carro de la Navidad aun
siendo ateos, musulmanes, budistas, etc.; bueno, en realidad se apuntan a lo
más cómodo: tiempo de reuniones familiares e intercambio de regalos, algo que
gusta a todos. Sin embargo no resulta lógico que quienes no conmemoran el
nacimiento de Jesucristo se dediquen a propagar eso de “¡Feliz Navidad!”, en
todo caso deberían decir: “¡Felices fiestas de invierno!”, que eso es en
realidad lo que significa para ellos.
Claro que si nos paramos a pensar, no es lógico que en un
país laico (como España y como muchos otros) se designen como días festivos
estas fechas; es un contrasentido porque si un país es laico ¿qué sentido tiene
celebrar una fiesta de una religión concreta cuando en ese país hay muchos
ciudadanos ateos y de diversas religiones? ¿Por qué dar preponderancia a una
religión en concreto? Lo lógico sería que todos estos días fuesen laborables y
que cada cual celebrase lo que quisiese en las fechas que quisiese: los
cristianos la Navidad en la intimidad de sus hogares y dentro de su tiempo
libre, los musulmanes lo propio, los ateos... pues eso nada, con que fuesen al
bar a tomarse unas cañas con los amigos sería suficiente. Pero la hipocresía
reina en todas partes y los ateos cogen de la Navidad lo que les interesa: las
vacaciones y los regalos.
Yo desde aquí abogo por la coherencia: que todos trabajemos
las 35 o 40 horas semanales reglamentarias y no tengamos ninguna fiesta salvo
dos días semanales de descanso. Y que cada cual celebre en la intimidad de su
hogar y su familia aquello en lo que crea o deje de creer, sin imponérselo a
los demás.
Por mi parte, como la Navidad es tiempo de amor y
fraternidad, aquí comparto con vosotros lo que más estoy disfrutando esta
Navidad. Mirando su cara puedes creer en lo que quieras, así que esta
felicitación sirve para todos vosotros, tengáis la creencia que tengáis o
incluso si no tenéis ninguna.
Desde este blog llamado “Palabras inefables” os deseo
felicidad.
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