Quizás venga a
cuento decir ahora cómo fue mi incorporación a Zéneca Farma. En el año 1993 y
tras 12 años trabajando como Jefe de Promoción en la industria farmacéutica,
primero en Latino Syntex y luego en Sideta, tras un breve paso por Bristol
Myers Squibb, sentía que debía ampliar mis horizontes y probar lo que daba de
sí mi creatividad en el mercado general después de tanto tiempo en un mercado
tan cerrado y regulado como era el farmacéutico. Fue así como vi un anuncio en
El País en el que ofrecían un puesto de Jefe de Publicidad en una empresa de
agroquímicos. Mandé mi currículo y comencé a pasar fases, llegué al final y me
eligieron.
La empresa en
cuestión era Zeltia Agraria, participada al 50 por ciento por el grupo español
Zeltia y el grupo británico ICI (Imperial Chemical Industries). Al poco tiempo
de llegar, cambió la dirección de la empresa pasando a ocupar ese puesto
Alfredo Rubín, un hombre “hecho a sí mismo”, que empezó como botones en esa
empresa, que a base de esfuerzo aprendió todo lo necesario para dirigir una gran
empresa e incluso con la ayuda de un curso por correspondencia aprendió a
hablar inglés con una gran soltura.
Conté con su
apoyo y confianza para desarrollar mi trabajo, y conté igualmente con un
presupuesto que llegó a rebasar (y estamos hablando de los años 80) los 200
millones de pesetas. Inicialmente tenía como ayudante a Javier Cebrián y como
secretaria a Aurora, y poco después pude contratar a otra persona en una
elección a través de El País, que resultó todo un éxito tanto a nivel personal
como profesional: Carmen Iglesias.
A lo largo de 10
excelentes años pude dar rienda suelta a mi creatividad haciendo todo tipo de
campañas publicitarias utilizando todos los medios (radio, prensa, televisión,
publicidad exterior, publicidad directa, promociones, etc.). Al poco tiempo la
parte británica, ICI, compró el 100 por cien de las acciones y la empresa pasó
a llamarse “ICI Zeltia”, lo que supuso el cambio de nombre, logotipo y colores
corporativos.
Pero al
pertenecer de lleno a una multinacional, empezó a sentirse la influencia de la
central desde donde se apostaba claramente por la potenciación de la identidad
corporativa. Fruto de ello fue el ascenso de Alfredo Rubín como Director de ICI
España, que agrupaba todas las empresas del grupo ICI en nuestro país y que
supuso su traslado a Barcelona. Le sustituyó en la dirección Enrique Portús, un
antiguo compañero que trabajaba como Jefe de Producto primero y como Director
de Marketing después, a quien yo admiraba y quería. Tanto con Alfredo Rubín
como con Enrique Portús, tuve siempre abiertas las puertas de su despacho y la
confianza plena para que pudiera desarrollar mi trabajo.
Cuando yo decidí
que –además de la Publicidad- había que aprovechar a los medios de comunicación
por la vía informativa para que informaran de nuestras actividades y productos,
e implanté un Gabinete de Prensa, ellos me dieron su apoyo aun cuando
conllevaba la poco grata tarea para ellos de tener que conceder de vez en
cuando entrevistas a los medios o hacer alguna declaración a los periodistas.
Eso de dar la cara ante los medios no era lo suyo, no se sentían cómodos, pero
aceptaban que eso redundaba en beneficio de la compañía y en consecuencia se
podía contar con ellos. Como a esa faceta de Gabinete de Prensa sólo podía
dedicarle un poco de mi tiempo, puesto que mi rol era el de Jefe de Publicidad,
las solicitudes para que se enfrentasen a los periodistas sólo eran
esporádicas.
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