Ya he comentado la anécdota de mi experiencia con los médicos belgas,
cuando me tocó hacer de anfitrión para darles (yo mismo porque todos los demás
se escaqueraon) unas charlas científicas y agasajarles con lo que más les gustaba:
empanada gallega y vino de Albariño.
También he comentado que para la parte “científica” les preparé una
película en video sobre la historia de la investigación y descubrimientos de
nuestro laboratorio, video que preparé en francés, porque en Bélgica hablan
francés. Pero, para complicarme aún más la vida, mis colegas belgas me dijeron
que también iban a venir aquí otros médicos cuya lengua materna no era el
francés, sino el flamenco (no el de olé, que se habla en España, sino el que se
habla en algunas zonas de Bélgica). Evidentemente, resultaba muy difícil
encontrar en Madrid un locutor que hablase flamenco (lo guitarristas y
cantantes que trabajan en Madrid en los tablaos flamencos no me valían) así que
se ofrecieron a que les enviase el vídeo y ellos harían allí el doblaje.
Total, que no me libré de hacer de anfitrión a los distintos grupos de
médicos belgas que fueron viniendo a hacer turismo en España con el pretexto de
una visita científica. Eso sí, tengo en mi haber el hecho de que una de mis películas
de video se haya doblado al flamenco. Y eso no lo pueden decir muchos.
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