miércoles, 30 de octubre de 2013

La que manda es ella, la Naturaleza

Circulando por aquellas carreteras, comprendieron la utilidad de los todoterrenos y de la tracción en las cuatro ruedas. Todas las carreteras son de doble sentido y sin arcén. Además suelen tener gravilla en los laterales, por lo que no se puede ir demasiado deprisa so riesgo de salirse de la calzada. En los puntos ciegos y en los puentes, donde la carretera es de un solo sentido, hay señales indicadoras para que se toque el claxon por si acaso viniese otro coche en sentido contrario. Los límites de velocidad indicados, es mejor cumplirlos, no por las multas sino por la propia seguridad de cada uno. De cualquier forma, los atascos no existen y tan sólo de vez en cuando se cruzan dos coches, así que –tomándose las cosas con tranquilidad, tal como allí se hace- la conducción nunca resulta estresante.

Es tan grande la fuerza de la naturaleza, y te sientes tan vulnerable ante la misma, que la humildad te lleva a comprender que no somos sino una minúscula y débil parte del planeta. Por otra parte, al viajar por el país, cada rincón depara una nueva sorpresa. Sólo hace falta caminar por esta tierra para encontrar a cada paso un paisaje diferente y mil motivos para fotografiar.

De la novela "La luz horizontal", de Vicente Fisac.

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