miércoles, 16 de octubre de 2013

El dolor es pensar en nosotros mismos

-         ¿Te encuentras bien? –le preguntó Eloy.
-         Me duele mucho –susurró Marianne.
Ella le explicó que le había vuelto ese dolor que no se apartaba casi nunca desde el día del accidente y que se había tomado el analgésico que le habían recetado para estos casos. No le quedaba más remedio que aguantar y esperar media hora o una hora hasta que el dolor hubiese remitido. Eloy se sentó junto a ella para hacerle compañía y comenzó a hablarle en voz baja.
-         ¿Sabes? Las esperas siempre se hacen más llevaderas cuando se está acompañado, así que si quieres puedo estar contigo hasta que se te pase...
Marianne no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Aquél nuevo amigo, al que acababa de conocer apenas unos días atrás, estaba pendiente de ella, se interesaba por ella, y no pedía nada a cambio, “quizás porque aún no sabe que no tiene nada que hacer conmigo”, pensó. Le extrañaba aquella muestra de amistad puesto que –con excepción de su familia- las demás personas que habían pasado por su vida desaparecían tan pronto le surgía a ella algún problema. Los ojos verdes de Marianne se posaron en los ojos de Eloy, pidiéndole sin palabras que siguiese allí junto a ella, que no la abandonase. Y Eloy continuó hablándole:
-         ¿Sabes? Hay mucha gente que te quiere. Tus padres siempre están pendientes de ti, igual que tu abuela... –“¿cómo sabrá este que tengo abuela?”, pensó Marianne- ...y también te quiere mucho tu hermano Nils...
Marianne pegó un respingo y exclamó:
-         ¿Cómo sabes que tengo un hermano que se llama Nils?
-         He estado con él esta tarde.

A Marianne se le pasó de golpe el dolor, un poco porque el analgésico estaba haciendo su efecto y un mucho porque Eloy había conseguido que toda su atención dejase de centrarse en sí misma para centrarse en los demás.

De la novela "La fuga" de Vicente Fisac

No hay comentarios: