Prólogo (2).- Pero
¿qué pasaría si se robase otra vez el códice? Sobre esta premisa, Teresa Moro
planteó la hipótesis de un segundo robo cuyos motivos verdaderos serían
difíciles de descubrir ya que ni siquiera el autor de dicho robo informaría a
sus cómplices de los verdaderos motivos que le impulsaban a ello. No obstante
había que hacer dicha novela lo más atractiva posible y, tratándose de un robo
bastante absurdo –tal como lo fue el robo verdadero- era preciso dotar a la
historia de las suficientes gotas de humor.
Para ello Teresa Moro retó a Vicente Fisac a
escribir esta historia bajo la técnica de “cadáver exquisito”, mediante la cual
cada autor va escribiendo un capítulo que el otro autor continúa a su manera...
una manera que, habitualmente, no es la que tenía pensada el anterior autor. De
esta forma, la historia va tomando giros inesperados, sorprendentes, a cada
momento. Si en una novela tradicional, escrita por un único autor, éste tiene
en mente –más o menos- todo lo que va a suceder, por el contrario, cuando se
escribe con la técnica de “cadáver exquisito” ninguno de los autores sabe nunca
cómo va a continuar la historia, todo lo contrario, la historia se va
construyendo día a día, capítulo a capítulo, sorprendiendo no sólo a los
lectores sino también a sus propios autores que tampoco se esperan los giros
que va tomando. Por eso se llama también a estas obras “novelas crecientes
cooperativas”, porque la cooperación de varios autores va haciendo crecer a la
novela sin que ninguno de los mismos pueda tener el control ni pueda prever lo
que sucederá a continuación.
Esta colaboración entre Teresa Moro y Vicente Fisac
no ha sido la primera, ya que hace dos años escribieron junto a otros dos
autores –Ana Moro y César Almodóvar- la novela “El dulce gorjeo del buitre en
celo”, una novela que se ha definido apropiadamente como “El humor en estado de
gracia” y que, igualmente fue escrita bajo la técnica de cadáver exquisito.
En esta ocasión, sin embargo, han sido sólo dos los
autores. La idea de partida de esta novela –como ya hemos apuntado- fue de
Teresa Moro, la cual se documentó sobradamente sobre numerosos aspectos
técnicos y logísticos de la obra. Vicente Fisac fue poniendo el contrapunto
cómico y absurdo para desesperación, primero, y similar contribución después,
de Teresa Moro.
Posiblemente la historia hubiera podido llegar más
lejos, prolongarse más con nuevas vueltas de tuerca; sin embargo la obra se
dejó anclada en el capítulo 55. Unos meses después, revisando aquél material,
los autores comprendieron que era una pena que aquello que habían realizado –y
tanto les había divertido- se perdiese en el anonimato, por lo que se retomó la
historia, se revisó, se limaron algunas incon-gruencias propias de la técnica
literaria con la que había sido escrita, y se le dio un final.
Esperamos que esta historia sea capaz de entretener
a un hipotético lector y de hacerle sonreír. De lo que estamos seguros es que
sus autores la van a disfrutar como el primer día cada vez que la vuelva a
leer.
PD.- Recordamos
que al terminar la novela, y dado el elevado número de personajes que
participan en esta historia, se ofrecerá un “Diccionario de personajes” para
que el lector pueda refrescar su memoria por si se pierde en algún momento de
la lectura.
Continuará...
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