miércoles, 3 de marzo de 2021

Un cadáver exquisito (122)

Capítulo 119.- No lo abandones; él no lo haría, pero Kurkowsky sí

Cuando Toribio vio el escaparate del mesón “Rocinante”, con una amplia exposición de quesos y embutidos típicos de la tierra, empezó a babear mientras –como un zombi- se pegaba a los cristales musitando algo así como “mi garitaaa... mi garitaaa... choppeeed... choppeeed...”.
Kurkowsky no se lo pensó dos veces. Aprovechó ese instante y pegó un acelerón como el de Fernando Alonso en el circuito de Monza cuando pasó de la cuarta posición a la primera antes de llegar a la primera curva. Toribio se quedó abandonado como los perros y los abuelos. Sin duda, cuando el Gobierno hiciese la próxima campaña de “No los abandones. Ellos no lo harían” contra el abandono de mascotas, podrían poner la imagen de Toribio allí solo, abandonado… y sin poder hincar el diente a los embutidos porque un cristal se lo impedía y además no llevaba ni documentación ni dinero.
Pero la soledad de Toribio duró poco tiempo. Unos segundos después aparecía allí el Land Rover de la Guardia Civil con el sargento Miñambres y los agentes Chencho y Peláez.

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