Capítulo 120.- Freddy, la reina de los mares, en pleno secano
Charly lo tenía claro.
Sería a la salida de la cena de Don Peridone en el “Marquinetti”.
Después de una copiosa
cena italiana regada de buenos vinos de la tierra, la guardia se baja o está
más tontorrona. Más, cuando no se le
podía considerar a Tomelloso un lugar de riesgo para una vendetta. Iba a ser
una sorpresa. “¡Buuuh! ¡Tas muerto!”
Ya eran casi las diez de
la noche y el sol de junio se acababa de esconder. Había dado lo suyo en ese
día de pizza manchega.
El perfecto lugar para
ver quién entraba y salía del “Marquinetti” era el bar “El Palomo Cojo”. Un
bareto clásico de botellines y vinos a pelo donde campaba a sus anchas su
dueño: Alfredo López. Más conocido como Freddy Lamur. El gay más loca que había
dado jamás el pueblo. Y reinaba en su pequeño mundo alcohólico como si
estuviera en el Follies Bergère de París.
Cuando entraron Agostino
y Charly por esa puerta, sin saber dónde se metían, se oyó proveniente del
fondo de la barra una voz que se modulaba entre Carmen de Mairena y Belén
Esteban.
- ¡Un milagro! ¡Un milagro!
¡Bendita Virgen de las Viñas! ¡Dos esculturas de Miguel Ángel en mi modesto
clab! ¡Ahhhhhh! ¡Y soliiitos! ¡Sin pécoras pegadas a sus musculados brazos
varoniles! ¡Ahhhhhh! ¡Pasad preciosos maromos al fondo, que si no hay sitio,
largamos a alguno de estos paletos a que se vayan a su casita, que ya es hora
de planchar la oreja!
Charly y Agostino se
habían metido en la boca del lobo, mejor dicho, en la casa de la LOBA, con
mayúsculas. Cuando quisieron darse la vuelta para salir por patas, justo al
salir por la puerta fueron cogidos por la cintura por Freddy que para ciertas
cosas tenía una elasticidad como la Nadia Comaneci en sus mejores tiempos.
- Pero ¿dónde vais,
primores? ¿Os vais a perder el antro más cool de La Mancha? Anda, tontos,
¿dónde os van a tratar mejor que en “Chez Freddy”?
Agostino y Charly se
miraron estupefactos. Sin mediar palabra los dos pensaron lo mismo: “Como esta
maricona siga pegando esos gritos va a llamar la atención de todo el barrio.
Mejor entrar y que sea lo que tenga que ser”.
Se dieron media vuelta y
entraron en el local impulsados por unos azotes en el culo que les dió Freddy.
- Venga,
piratas, bribones, qué bonito es el amor. Yo seré vuestra amada Dulcinea… y
vosotros mis Quijotes.
Se mascaba la tragedia.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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