A tan solo 58 kilómetros de Madrid, pasado Miraflores de la
Sierra, está el puerto de Canencia (1.524 metros de altitud). Allí, un
aparcamiento nos permite dejar el coche y allí, también, se quedan los
domingueros que, cargados con sillas, transistores, mesas plegables, neveras
portátiles, abuela y niños, se sientan junto a su coche ofreciendo una imagen
más propia de campo de refugiados que de otra cosa.
Sin embargo solo es necesario caminar 500 metros por el
bosque para dejar atrás el griterío y poder sentir el silencio y la belleza de
la naturaleza. Y tras atravesar un tramo de bosque nos aguarda una sorpresa: un
amplio valle ovalado, rodeado de pinos, en donde pastan toros y caballos
arrullados con el croar de las ranas en el riachuelo que lo atraviesa y da
verdor al paisaje... incluso en pleno mes de agosto.
Ni un solo dominguero llega hasta allí, tan solo algún que otro
excursionista amante de la naturaleza. Tan cerca de Madrid... y tan lejos...
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