Uno de los mayores activos que puede atesorar una empresa es
su propia historia. Las empresas que cuidan su historia, que la tienen
reflejada en libros, publicaciones, audiovisuales, etc., y que la muestran a
sus empleados, clientes, etc., están en condiciones de sacar un gran
rendimiento en beneficio de su negocio ya que supone un notable refuerzo para
la imagen corporativa de la empresa y ya se sabe que vivimos en un mundo de
imágenes.
Nuestra sociedad es marquista por excelencia y la gente
gusta de usar marca y sentirse ligada a marcas; es un sentimiento tribal que
permanece en los genes de la humanidad desde tiempos ancestrales. Y la historia
de una compañía aporta valores a la marca, la dota de personalidad, la hace
reconocible e identificable.
Trasladando todo esto al mundo del fútbol, dice Diego Pablo
Simeone en su libro “El efecto Simeone (la motivación como estrategia)” que “el
entrenador que llega a un club debe interesarse por la historia de la entidad.
Debe respetar lo que ha sido tradicionalmente y a partir de esas señas de
identidad construir su proyecto”. Y Simeone, consciente o inconscientemente,
está dando una clase magistral de Comunicación que todos los que trabajan en
las áreas de marketing, Comercial, Recursos Humanos, etc. deberían asumir y
aplicar.
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