viernes, 16 de agosto de 2013

Carcajadas en el ático

Estamos tan apegados a nuestra existencia material y a las cosas mundanas que nos olvidamos con frecuencia que existe otra realidad más allá de este mundo, una realidad de la que nosotros formaremos parte cuando abandonemos esta vida. Allí, en esa otra realidad están nuestros compañeros, familiares y amigos que nos precedieron en esta vida y todos ellos tienen, en general, un gran sentido del humor; tanto es así que con frecuencia nos gastan bromas, nos toman el pelo y se tronchan de risa con las caras de asombro que ponemos, aunque en realidad lo que pretenden es pellizcar nuestra conciencia para que despertemos y nos demos cuenta que hay otra vida (y mejor) en esa dimensión superior.

Pero vayamos al grano y pasemos a compartir el último y más reciente ejemplo de su singular sentido del humor:

Estaba el otro día viendo con mi familia el concurso de Cuatro “Lo sabe no lo sabe”. Como casi todas las noches, vemos juntos ese programa y también desde casa jugamos nosotros tratando de adivinar las respuestas y ver quién de nosotros acierta más. Pues bien, como ya digo, el otro día, en el transcurso del programa, le hice a mi hija el siguiente comentario: “Es increíble la cantidad de personas que pasan por este programa (sean concursantes o personas a las que abordan por la calle para que respondan a las preguntas del presentador) y nunca hemos visto a ningún conocido, ni siquiera a un conocido de un conocido”.

Pues ahí quedó la cosa. Y entonces los del ático (como yo les llamo) debieron decir algo así como “¿qué no sale ningún conocido? ¡Pues toma!”. Apenas 24 horas después, al día siguiente, cuando estaba finalizando otro concurso –concretamente “Pasapalabra”- presentaron a quien participaría en el programa siguiente y... ¡bingo! ¡claro que la conocía! ¡Pero no era un conocido o conocida de segunda fila sino nada más y nada menos que mi mejor amiga de juventud!

Creo que llegué a escuchar las carcajadas que llegaban desde el ático, al ver sin duda la cara de asombro que ponía al ver en televisión el rostro de mi gran amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía aunque habíamos seguido manteniendo algún contacto esporádico. Comprendí enseguida que ahí arriba hay algo más y que, dado el gran sentido del humor que tienen, me lo voy a pasar bomba en cuanto llegue.

No es una utopía, es la realidad.

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